jueves, 14 de abril de 2016

LA TRANSICIÓN Y EL DESTAPE


Francisco Molina Martínez 
(Se trata de mi colaboración al libro: CAMINOS DE LIBERTAD: La transición española. Que Coordinó José María Francia Viña, y fue editado en el 2001)

De la verdad a la mentira

Claro que ahora se vive infinitamente mejor que antes.

Claro que ahora todo ha mejorado.

Claro que ahora se puede hablar en libertad.

Claro que ahora las cosas son diferentes.

Pero, claro, también se ve que hay una soterrada y latente frustración.

Pero, claro, también se ve que la gente no es feliz (por más que disimule por mor de la competitividad social) y que el run run que lo prueba es esa violencia a flor de piel que abarca a todos en sus distintas versiones (se hablará de ella).

Pero, claro, también se ve que la gente si no se muere de aburrimiento es gracias a lo más aburrido de todo, la televisión, que sirve para rellenar los cráneos con algodón y así permitir que el personal este disecado en vivo.

Es esta una visión de la Transición que busca a alguien que esté dispuesto a hacer un esfuerzo de ruptura de esto que se ha dado en llamar pensamiento único y que no es más que el pan nuestro de cada día, del dominio, sin cadenas, que el Poder ejerce sobre los dominados: o sea, sobre los domados.

Y dentro de esta línea, corresponde a este libro, fundamentalmente gráfico, acompañar lo que en estas páginas se dice de fotografías de aquello que se llamo el "destape.

Fotos que lo hagan evidente y en las que se vea bien a las claras lo que fue "poder ver un poquito, luego un poco más, luego un pelín más (nunca mejor dicho) y así hasta la libertad que hoy gozamos (nunca peor dicho)".

Y es necesario observar una cosa: que como todo el mundo, sabe, el "destape" acabó.

¿Es normal que el "destape" llegara a su fin? Que una cosa que parecía, por lógica, que no debería tener fin la tenga, es algo que merece el esfuerzo de que se piense sobre ella, y nos preguntemos ¿pero qué caramba pasa aquí?

Empecemos por decir, no se nos vaya a pasar por alto, que el "destape" (es eso de que se pudieran ver por fin desnudos por esos mundos del diablo e incluso pornografía).

Bueno, pues quede claro que el "destape” no es la punta del iceberg de una libertad sexual libre,  y sí es, por el contrario, un espejismo que oculta la miseria sexual aun reinante, es decir un espejismo que oculta socialmente que la gente, persona a persona, es cada una un cuerpo permanentemente insatisfecho y por tanto una mente enfermiza.

Se quiere decir, y se dice más crudamente, para quienes sufran algún despiste, que la dictadura de la represión sexual continua.

Intrigado por este texto que habla de lo sexual, lo que a usted le interesa, lo va a seguir leyendo hasta el final.

Verá por tanto más adelante por qué se adelanta todo lo hasta ahora dicho.

La verdad

Para que nadie se salga por peteneras y ponga sobre la mesa lo que no es, se va a repetir y en negrilla una verdad: la Democracia es gloriosamente mejor que la Dictadura.

Pero eso no quita para que se acepte que en lo que toca a discurrir, es decir, a usar la cabeza, hay que decir que, sin embargo, “la dictadura es más pedagógica”.

Durante la Dictadura resulta tan repugnante que todo esté prohibido, que la primera lección que entra en la cabeza de cada súbdito (la letra con sangre entra) es que todos los valores que defiende el dictador son falsos, dañinos para el pueblo, repudiables y a los que hay que oponerse, negándolos.

Y así vemos que, como el Dictador (representante de Poder Verdadero, que nadie se engañe) quería Partido Único, pues mejor que haya miles (incluido el partido de mi pueblo).

Como quería un solo Sindicato, que haya varios, y uno el Sindicato de Mi Gremio.

Como se prohibía la libertad de expresión defendemos que cada uno pueda decir lo que quiera, siempre que sea lo mismo (lo que suele ocurrir para parecer, sensatos, equilibrados y realistas) y si lo que se dice es distinto a ver quién encuentra esa aguja en el pajar de lo políticamente correcto.

Y si alguien encuentra la aguja, esa aguja de navegar, no hay cuidado de que la nave vaya a fondear a otros paraísos. No pasara nada, porque para eso ya está la mayoría que votará libremente según le indique el Poder, tenga éste cara de Intelectual, de Religión, de Partido o Sindicato adocenado (excluyéndose aquí a quienes aún se esfuerzan por transformar la sociedad en vez de adaptarse a ella).

Y se llega así a que por esta regla de tres simple (tan simple) de "muera el dictador y todo lo que defienda, se llegó a intuir, aunque tímidamente, que el tema ruboriza, que la represión sexual era mala.

Oséase. Gracias a la Dictadura se intuía la verdad. Se sabía cuál era esta. Se buscaba hacerla evidente.

Uno estaba en la cárcel y veía los barrotes de la celda, barrotes que le separaban de ese otro estado en el cual poder ser un ser libre.

La mentira

Pero llega la Democracia, y todo mejoró, y tanto mejoró, que la gente se creyó en el paraíso, y claro, en el paraíso lo que se oye es la Voz de Dios, es decir, cualquier bobaduría del tres al cuarto se acepta como Verdad Suprema, que pare eso estamos en el mejor de los mundos posibles (aunque el macho sacuda a la hembra, el parado tenga que implorar trabajo para poder vivir. aunque haya más fronteras que nunca separando a los iguales, aunque no dejemos que nadie venga a comer nuestras miajas no sea que nos roben el postre...

Ahora, el Poder, que sigue diciendo lo mismo que antes, como lo dice en libertad y no te obliga a oírlo, se supone que dice verdad. Y así, de mil partidos se sataniza a los que se salen de Madre (Patria) con lo que el resto hace las veces de Partido Único.

De cien sindicatos, ahogan económicamente a quien no considera la empresa como unidad de destino en lo universal, con lo que la verticalidad del sindicalismo se mantiene en este caso para levantar la mano y pedir la limosna del día, obedientes.

Religiones hay un montón, pero la verdadera se supone que es a la que el Estado le da el Verdadero Maná de las subvenciones, las exenciones y las comuniones.

Con lo que resulta que, al otro lado de la transición ya no hay Dictadura, pero los valores que aquella defendía, hoy en día, la gente ya no los repudia, sino que, y hay que pasmarse, los adora. Son sagrados.

Y es que se han confundido las normas de un Régimen sin libertades con los valores que defendía ese régimen.

Entonces, esa confusión hace que la caída de las normas se considere como suficiente para quitarse de encima la opresión del poder, sin reparar en que la escala de valores es la misma, punto por punto, y que por tanto la mentira anterior, antes al ser rechazada, hacía estar al pueblo al lado de la verdad, y ahora, al aceptar la mentira como verdad, ésta, la mentira, se ha instalado entre nosotros.

Y la mentira se hizo democracia y habitó entre nosotros.

Repasemos si no. ¿Quién no dice hoy con toda la ciencia del mundo que el sentimiento religioso es algo inherente al ser humano, aunque el factor común de todas las religiones impuestas —o sea todas— sea la represión de lo que nos gusta?

¿Quién no dice hoy que la familia es la estructura perfecta de la colmena social (a pesar de que el “homo cultísimo” está para acá de los veinte mil años y el mono inteligente vive desde hace millones)?

¿Y quien se atreve, por Belcebú, a no decir que hay que producir para vivir y competir para ganar y ganar para volver a empezar?

Pero si hasta ya las izquierdas se creen que quien produce riqueza (mejor habría que decir bienes) es la empresa y por ende el empresario, y en consecuencia, el trabajador ya ni se sabe lo que pinta.

Vida y placer

La Dictadura del Pensamiento Único esta aquí, pero ¿cuál preferís, esa o la Dictadura Militar?.

Por favor, infinitamente mejor la Dictadura del Pensamiento Único.

Pero sólo por una razón: porque ésta es mas imperfecta que aquella y menos cruel.

Y al ser mas imperfecta permite jugar a decir la verdad sin que se de por aludida, a ver si se confía.

Y al ser menos cruel, permite no tener miedo, aunque la gente tenga el miedo a no ser estimado como un ciudadano sensato.

Así que, sin miedo y a por ella, razonemos.

Y ya que hablamos de la Transición, recordemos y usemos aquel concurso que durante ella se hizo célebre para hacer algo evidente.

Se trata, cómo no, del 'Un, dos, tres, responda otra vez”.

A ver, por cinco duros cada una, diga tipos de violencia, por ejemplo la violencia doméstica.

Violencia doméstica, violencia militar, violencia callejera,  violencia política, violencia patriótica, violencia en el fútbol, violencia sin sentido, violencia delincuente, violencia vengativa, violencia competitiva….

Y tú puedes seguir poniendo tipos de violencia. Y tú puedes pensar ¿y por qué en una sociedad tan perfecta existe una violencia soterrada que emerge por cualquier resquicio?

Porque nos hacen vivir contra natura.

Esa es la civilización conocida y triunfante, la que hace negar, mediante grandes bobadas, los dos principios básicos de nuestra existencia como individuos. Que todos tenemos el instinto básico de supervivencia, que es el que nos obliga a trabajar para combatir la agresividad del medio. Y que todos tenemos los instintos básicos del placer sexual, que nos hace buscarlo en otros ejemplares de la misma especie en cantidad y variedad.

Sin embargo, esos dos instintos nos los ocultan con mentiras, consistiendo toda cultura en matar ambos instintos.

Con lo que resulta, que el trabajo que sólo tendría como fin conseguir bienes que garanticen la vida, se nos vende como un derecho porque se nos ha robado y hay que recuperarlo con lucha, y nadie está dispuesto a luchar por un deber, que eso debe ser el trabajo. El deber de contribuir todos a garantizar la vida de la colectividad.

Y no digamos nada del instinto del placer: incluso hoy en día la explicación más divulgada es que se trata del instinto de reproducción, cuando no existe éste para nada.

Ocurre simplemente que al estar los órganos del placer junto a los de reproducción, se produce una carambola probabilística que generó durante millones de años la procreación.

Es esa una carambola similar a la del grano de polen que, llevado por el viento, aterriza en una flor de chiripa, pero no porque la que soltó el grano y la que lo recibe tengan ningún instinto básico de engendrar nuevas florecitas o frutos.

Y ante esto tan evidente, la civilización ha ocultado tal cuestión y ha abortado el citado instinto básico de placer de mil maneras y formas, tantas que usted puede jugar a descubrirlas.

La Transición, pues, ha sido el paso de una intuición de la verdad a un abrazo de la mentira.

Pero el “homo domesticatus” como cualquier perro, prefiere una cadena larga y un amo que no le pegue, antes que una corta y un amo bestia, así que celebremos esta situación y denunciemos la otra...

Aún llevamos cadenas, y la prueba está en que seguro que tú también estás dentro de un armario, y te gustaría que te dejaran "salir del armario" (hablamos de tus fantasías sexuales y no de tus tendencias).

¿A que lo entiendes?

¿Por qué la democracia no nos ha resuelto esto?. Sencillo. Porque la represión sexual es imprescindible para la estructura de cualquier poder.

Autor:
Francisco Molina Martínez.
Catedrático de Matemáticas
que ingresó en el PCE en 1983
y en IU en 1986 al fundarse,

y que sigue siendo activo activista político.

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