No hay una
explicación más lógica del por qué las hembras de la especie humana -es de
suponer que de otras también- tardan más que el macho en alcanzar el orgasmo.
Como se volverá sobre el tema, de momento no
se profundizará en él, salvo para enlazar con la presunta sabiduría de la
naturaleza.
Si nos
fijamos, en cualquier animal de nuestra categoría biológica, lo que entre los
hombres llamamos eyaculación precoz es el pan nuestro de cada día. Es
decir, la naturaleza no quiere machos
“aguanta-ganas”, capaces de estar en la coyunda hasta que su hembra obtiene el
premio del orgasmo. Es exactamente al revés, para la propagación de la
especie, fue mejor que el varón eyaculara a las primeras de cambio y por
tanto dejara pasar al siguiente a ocupar
su puesto en la vagina, cuanto antes.
Porque la dama, precisamente por ser tardía en
correrse, iba a seguir “recibiendo” hombre tras hombre hasta quedarse
feliz. Lo cual supondría "disfrutar" de una cantidad de esperma y
espermatozoides, que por fuerza acabaría embarazada. Cada orgía suponía pues
un bebé. Todo esto, al principio, sin
ellas saberlo.
Esta es la
explicación correcta. Por más que una
sociedad machista rechace que la mujer necesite, por instinto, hacer el amor una vez tras otra en cada sesión y con distintas personas
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente
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