martes, 23 de agosto de 2016

Ahora no hay libertad


El espejismo de las presuntas  diferencias

Con un idioma único empezarían a desaparecer las fobias y filias entre las distintas naciones y nacionalidades, porque no nos engañemos, lo que de verdad les hace creerse diferentes a los pueblos es el ver que hablan distintas lenguas. 

Un burdo espejismo, que disipada la insolación del millar de dialectos, dejaría en evidencia, y más claro que el agua, que todos somos iguales en lo esencial.

Ahora no hay libertad

Respecto al otro problema común. Respecto a facilitar o favorecer o no dificultar la satisfacción del instinto de placer, bastaría con dar libertad (por fin la libertad). 

Libertad (en cuanto al sexo) para pedir, otorgar o denegar, para solicitar o conceder, sin que nadie se sienta molesto, y acceder sin ofender, ni matar de celos, ni por celos, relajadamente. 

Sí, sería exactamente como hacen los animales. Pero con la ventaja que nos debe dar el mayor desarrollo de nuestra inteligencia. 

Es decir, ésta estaría también al servicio de la satisfacción del Instinto de Placer, y no como ahora, que se ha convertido, por culpa de lo que ostentosamente llamamos Civilización, en nuestro cancerbero y carcelero, al servicio de la prohibición del poderoso.

Es este tema tan sencillo y tan peliagudo de resolver como el otro. 

Sencillo porque bastaría con romper las cadenas del miedo a ser libres y probar algo distinto, y peliagudo porque de nuevo nuestra inteligencia demuestra que no es para tanto.


Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

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