lunes, 8 de agosto de 2016

Mucho se habla en Política de Igualdad pero no quiere verse lo evidente.



Mucho se habla en Política de Igualdad pero no quiere verse lo evidente.

Lo evidente es que todas las personas son iguales, pero no iguales en términos de productividad, ni falta que hace.

Lo evidente es que tampoco somos iguales en términos de espiritualidad, es decir, no somos iguales porque (según dicen) tengamos un alma, que es la que nos hace iguales en el fondo y en el otro mundo. Aunque en éste, añaden, seamos diferentes y por tanto unos puedan vivir mejor que otros.

No son esas concepciones tan típicas de la política oficial las que dan fuerza y consistencia al concepto de igualdad. 

La igualdad se está defendiendo habitualmente desde los paraísos etéreos de la ética y la filosofía especulativa, por lo que no cala en el interior de cada persona, ni por tanto en la realidad de la política cotidiana. 
Y es que cuando una bandera tiene colores difusos nadie la sigue, porque no se sabe si es la de unos o la de  otros. 

En el fondo, la gente intuye que en estas definiciones clásicas de la igualdad algo no encaja bien.

Las personas somos iguales porque todas (hasta las que cuentan con minusvalías psíquicas o físicas) tienen las mismas necesidades básicas,  siendo éstas, los Instintos de Supervivencia y de Placer.

Incuestionable el primero y ocultado el segundo tras el presunto Instinto de Reproducción. 

Pieza ésta del  lavado de cerebro al que se nos somete, ya que el instinto de reproducción  no existe.

Otro engaño es que se  pretende que aceptemos los Instintos Básicos como Instintos de la Especie Humana, cuando estos instintos lo son de cada uno de los miembros de ella, y no de ella, que de hecho, como tal, no existe.

Que la especie humana no existe quiere decir que no siente. Que no es un ser vivo y por  tanto no tiene instinto de Reproducción, ni de Supervivencia, ni de Perpetuación. 

Más claro, cuando se extinguieron los Dinosaurios, ni sufrieron ellos por la desaparición de todos y menos sufrió la especie, pues ni se enteró de su desaparición.


Del libro LA ESTADA SEXUAl, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario