lunes, 15 de agosto de 2016

Los conservadores reprimen el placer sexual.


Los conservadores reprimen el placer sexual.

Utilizar el término conservador para hablar de quien, en cualquier época, defendió que todo era así porque no podía ser de otra manera, parece correcto.

En ese grupo están los directamente beneficiados por ese orden de cosas (el Poder de turno y sus aledaños) y también parte de los engañados, (carentes estos de todo y por tanto más estafados que nadie por el pensamiento único del momento, puesto que aunque les perjudica lo comparten).

Porque ojo, los valores que se usaron a lo largo de los siglos por los poderosos para engatusar a los pueblos siempre han formado parte de los Mandamientos del Pensamiento Único de la época. 

Eran mentiras que se magnificaban y reforzaban, vendiéndolas como excelsos principios de la civilización de turno, y si con la ley de la fuerza no se imponían, trataban de imponerlas como si fueran deseos de los dioses. 

Recuérdese que el Poder, mientras pudo, no dudó en utilizar la mayor de las mentiras,  diciendo que era el traductor de los designios de Dios.

Pero, como esos valores se resistían a entrar en todas las cabezas, aparece, tras la Ilustración, el poder convincente de la Ciencia no-libre, para mantener la estafa.

Y dentro de esa batalla de los valores, los conservadores del Orden Imperante siempre vieron útil e imprescindible el prohibir la búsqueda del Placer de los Placeres .

El motivo por el cual el Poder sabe o intuye que la Represión Sexual le ayuda a domar a los pueblos no es el fin de este libro, pero hay autores como William Reich (“La función del orgasmo”) que tienen solvente literatura sobre la cuestión.

Puede parecer discutible, esto de que las clases poderosas usan la represión sexual como látigo que favorece el dominio del pueblo, porque a las alturas que estamos hay gobiernos conservador-liberales bastante permisivos, y además los ricos siempre han sido los más puteros. 

Pero no hay contradicción en ello porque....

Del libro LA ESTAFA SEXUAl de Paco Molina, que busca una editorial desesperadamente.


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