viernes, 19 de agosto de 2016

TODOS SOMOS IGUALES


TODOS SOMOS IGUALES

 “Si ver cuerpos desnudos
es malo ¡que digan por qué!”
  
Todo el mundo tiene claro que los animales son iguales. Son iguales entre sí y son, más claramente iguales, los de la misma especie o clase.

Ni siquiera en situaciones pintorescas, como la de una colmena, se le ocurre a nadie considerar que la abeja reina es superior a las obreras o a los zánganos, y que por eso es, o debe ser, la reina. 

Ni aún aceptando eso se le ocurre, a persona tan ocurrente, que la superioridad de la reina, y las ventajas que acarrea el cargo, se deban a que se trata de un individuo superior de la colectividad, y mucho menos se le pasa por la cabeza que hubiera que hacer oposiciones, entre todas las abejas, para seleccionar a la mejor (disparate que no se arreglaría ni aunque se pusiera, como traba ética, para considerar a un ser superior a otro, el que entre los aspirantes hubiera «igualdad de oportunidades»).

Ni en la colmena, ni en otros colectivos de animales ve nadie otra cosa que seres iguales. 

Por más que la ciencia todavía mire con los cristales de la voz de su amo y trate de describir el mundo animal bajo el prisma de la sociedad de clases-machista.

Mas ¿cuál es la razón por la que vemos a todos los animales como iguales? 

El que apreciamos que todos hacen lo mismo: Alimentarse. Defenderse (atacando o huyendo). Cobijarse. Aprender cuatro cuestiones para subsistir. Y dejarse llevar por el placer cuando están en celo. (Reproduciéndose si se tercia, pero sin saber si lo han conseguido, e importándoles un bledo el haberlo logrado o no).

¿Y qué les obliga a todos a hacer lo mismo? 

El que tienen los mismos instintos básicos, las mismas necesidades ineludibles: El deseo de supervivencia  y el deseo de placer. 

Lo que, abreviando, podríamos llamar  instinto de “super-placer”, síntesis se super-vivencia y placer.

No hay otro motivo para que los veamos a todos iguales, e incluso cuando de alguno (animales de compañía o domésticos) hacemos diferencia, y nos encariñamos con él y sufrimos y vivimos por él, no  pasa por cabeza alguna considerar que se ha dado con un ejemplar que, ese sí, es diferente de todos los animales, de todas las especies e incluso de su propia especie.


Del libro LA ESTAFA SEXUAL, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

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