viernes, 5 de agosto de 2016

Perder la cabeza

Perder la cabeza

 Hablamos de eso que todos haríamos de ser libres. O cuando sin ser libres, ocurre que, como ellas maravillosamente dicen, “se pierde la cabeza”. Es decir cuando  se deja de sufrir esa constante acción represiva que está metida en la cabeza pues ahí nos la han puesto los represores.

Porque en efecto, qué bien expresa cada uno su verdad, y sobre todo el género más oprimido (el de las mujeres) cuando con su infinita intuición ( o sexto sentido del perseguido) se disculpan ante su dueño y dicen (todas lo mismo): “Perdona. No sé qué me pasó. Tome unas copas y... perdí la cabeza”.

“Perdí la cabeza, y mi cuerpo, sin cabeza, hizo lo que le apetecía. Porque al no tener cabeza no recordé -dice cada esposa a su Señor- todo lo que no debo hacer (por orden del Poder): No debo entregarme al sexo, que es sucio y cosa de putas. No debo poner en riesgo mi estabilidad emocional (y social). No puedo ser indigna madre de mis hijos. NO. NO, NO....”

La verdad de cada uno está clara. Cuando por haber bebido, u otra cuestión, perdemos la cabeza  y podemos caer....¡caemos!.

Qué fácil es caer, pero qué difícil que se produzca la caída.

Esta es la gravedad de la Ley de la Gravedad, que los cuerpos   caen  por  su propio peso....pero sólo si pierden la cabeza. Es decir si son libres.....de su cabeza.  Y por tanto de las Normas y Valores de la Civilización de la Explotación y el Aburrimiento, de la incivilización.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

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