lunes, 1 de agosto de 2016

Dándome Cuerda. Opinión de una escritora consagrada


Paco, eres la leche. 

Yo estoy acabando tu libro. No lo he leído antes porque he estado de acá para allá. Estaba esperando a terminarlo para escribirte, pero no puedo por menos de adelantarte que tienes absolutamente toda la razón en todo lo que dices.

En concreto y como mujer, suscribo todo lo que dices de las mujeres cosa que te digo con especial interés porque seguro que más de una y más de dos te han dicho de forma absolutamente convincente que estás muy equivocado, y yo creo que lo mínimo con lo que se puede corresponder a la lucidez es con sinceridad.

Considero prácticamente imposible que tanto esta sociedad como los individuos que la componemos (empezando por mí misma) estemos a la altura del comportamiento que tan acertadamente propones en el libro; no sé si la cosa pasa por retornar a la Edad de la Inocencia, que otros llaman de Oro, o llegar hasta el final de nuestro destino para, después de tocar fondo, para lo que creo que no nos queda mucho, entrar en la segunda Edad de la Inocencia que es esa que se rescata después de vivir la experiencia de su pérdida y que ya nunca vuelven a quitarte.

En todo caso, estoy segura de que gracias a las personas como tú las cosas irán cambiando paulatinamente hasta conformar una nueva manera de relacionarse en todos los aspectos y por supuesto en el sexual, que para mí no es más que un índice o síntoma de cómo estamos por dentro.

En algunas corrientes de pensamiento como el yoga, que estudio y practico, se dice que el primer paso hacia el cambio es el reconocimiento y la aceptación de lo que somos en el momento presente; una aceptación que no es resignación ni inmovilismo, sino carencia de todo juicio y toda culpabilidad.

Sólo a partir de ahí, sin necesidad de esos grandes esfuerzos a los que los occidentales somos tan adictos, nos iremos desbloqueando y se irán desencadenando una serie de pautas que nos llevarán al cambio, o, por decirlo de otra manera, a otro contexto.

Claro está que la gente del yoga mide el tiempo por eones y le importa bastante poco el fruto inmediato de sus actos.

No sé si eso casa con la forma de pensar de un comunista, pero en todo caso te quiero agradecer, en mi nombre y como parte de la humanidad, tu aportación a que nos conozcamos un poco más y a que, gracias a la forma amena, humorística y honrada de plantear las cosas, podamos asimilar sin demasiado rechazo ni demasiada vergüenza dónde estamos y dónde  queremos llegar a estar.

Hablando de otra cosa, si estás por aquí en julio, te avisaremos (me refiero al brillante equipo del billar romano) para ir a una cangrejada que nos tiene prometida un escritor de Ámbito que es de Burgos.

Fuimos el otro día a su pueblo a merendar y nos acordamos de ti. Nos dio mucha rabia no haber caído antes en llamarte. Como este escritor es especialmente cangrejero, nos ha dicho que a finales de julio haría otra, así que esta vez ya no se nos pasa.

Y ya sabes, cuando quieras, pásate por Urueña (llámame antes, por si acaso, aunque pienso estar aquí todo el verano).

Un abrazo muy fuerte,


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