viernes, 17 de julio de 2015

Pedro Becerro Hoyos

PEDRO BECERRO HOYOS

Cualquier profesional, cuanto mejor profesional es, más  dispuesto está a sufrir esa mutación psicológica que llamamos “deformación profesional”.

Y aquí, en Pedro, tenemos un ejemplo morrocotudo. Es y ha sido tan buen profesional, tan buen proyectista, que creyó que todo se podía proyectar. Y ahí está su debilidad, síntoma de una profunda “deformación profesional”.

Pedro diseñó, PROYECTÓ, su vida hasta los 70 años. y la proyectó con nobles propósitos, como lo es él, una persona noble.

Y la proyectó con notables sacrificios, como lo es él, una persona sacrificada por los suyos. Pedro era y es todo un señor, y entendió que esa categoría de hombre le obligaba a trabajar hasta la extenuación, por los suyos, por la sociedad y se supone que por él (que no es tonto).

Bueno de hecho es de una gran inteligencia, que no en vano la materia que desarrolló en activo exigía unos grandes y agudos conocimientos y aptitudes.

Decíamos que acostumbrado a hacer proyectos y a enseñar a hacerlos, creyó que podía hacer lo mismo con su vida y decidió seguir trabajando mientras el cuerpo aguantara.

Pero Dios, “que escribe derecho con renglones torcidos”, le ha mostrado el camino: “Pedro no seas bobo, que el paraíso es cobrar sin  trabajar, deja las aulas”. Y ha tenido que dejarlas, a la fuerza o forzado (aunque eso es lo de menos)

Decíamos que Dios escribe derecho con renglones torcidos, aunque en el caso de Pedro, más bien deberíamos decir que los renglones de Dios han sido, no torcidos, sino más bien “retorcidos”, por la mala pata que ha tenido.

Pero lo fundamental del teorema es que “Dios escribe DERECHO”, y ya verás Pedro como, o recuperado o acostumbrado a tus molestias, vas a ver lo bueno que es cobrar sin trabajar, lo bueno que es no tener que aguantar una queja de los de clientes, ni tener que hacerla ante los superiores.

Pedro es un hombre con un buen porte. Su volumetría, unida a su pausado caminar le dan estilo.

Por cierto, hablando del “pausado caminar”, sabed que la casa de Pedro era un zoológico, donde, salvo corderitos, había de todo, y de la que en una ocasión se escapó una tortuga grande y lenta, claro, de la que nunca más se supo. Y ante eso hoy nos preguntamos:¿No serás tú, el inventor de la sopa de tortuga?

En el porte de Pedro, porte de señor, de caballero, de noble, siempre se vislumbró un deseo de ser querido, y hoy aquí lo compruebas Pedro, eres querido. Hasta el punto de que todo este ceremonial se ha cambiado de día y hora para que tú, Pedro pudieras estar aquí con nosotros y nosotros contigo.

Inaugura hoy, Pedro, ese proyecto de tu vida en que sólo haya cariño. Diseña un edificio en el que albergar tus recuerdos. Recuerdos de luchador incansable y de tenaz trabajador, allá por esa Europa que casi descubriste de emigrante altivo.

Diseña una casa de cariño, de la que no se puedan escapar las tortugas, ni los afectos; en la que quepan los corderitos, en la que todos los tuyos sigan felices como si el cuenta kilómetros de la vida no hubiera dado ninguna vuelta; diseña una casa, con una suite especial para Martina esa bonita esposa que tienes, atractiva y buena conversadora, que puede ser para ti la Sherezade de los Cuentos de las Mil y una Noches que ahora te toca, vivir, o repetir, o descubrir.

Llegas herido a esta etapa, pero esas no dejan de ser las cicatrices del hombre luchador que siempre has sido, serio con tu profesión, responsable con tu deber, noble con tus amigos. Un Señor.


Alzamos la copa, bridamos por tu recuperación y a disfrutar… Pedro!!!

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