lunes, 30 de noviembre de 2015

OLIMPIADA NECROLÓGICA

OLIMPIADA NECROLÓGICA

Aunque uno tiene más de lo que merece sigue jugando  a la lotería.

¿Por qué? Porque si toca uno se hace famoso, y si se hace famoso se fija la gente en “su” si sube o si baja, si entra o si sale, si dice “Ah!” o dice “Oh!”.

Con lo cual, si eres famoso empiezas a ganar puntos para que cuando te mueras alguien te escriba un obituario (o sease, una loa, es decir unas “cartas al director” la mar de bonitas).

Esta es una costumbre muy arraigada, sobre más en provincias y ciudades chiquitas como Zamora.

Usted seguro que lo ha observado aunque tal vez no se haya puesto a pensar en el asunto, pero el asunto es así.

Fulanito de Tal (suelen ser fulanitos en vez de fulanitas), por ejemplo ha marcado un gol en un Mundial. Pero no sólo eso, a su vez había tenido una novia en Zamora o había hecho la Primera Comunión por aquí pues su padre, afamado coronel estuvo destinado en el cuartel (Ojo, estos personajes son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, lo cual se dice porque tras el "fallo" del "caso Zamora" está claro que aquí uno se la juega por menos de nada).

Pues bien, como más pronto o tarde todos cascamos, va y fallece el interfecto. Y a partir de ahí, en el periódico local, empiezan las cartas, artículos y de mas entuertos, para hablar bien del muerto.

La pléyade de escritores espontáneos  suele tender a infinito, y su calidad literaria también, hasta el punto de que en muchos casos son mejores los panajeristas que el difunto, por más que el homenajeador diga del homenajeado que era "¡si en lo humano divino, en lo profesional un hito!", y cosas así de bellas.

Siempre me ha dado rabia morirme y que nadie, en mi periódico local, me diga un "ahí te caigas muerto".

Aunque más rabia me da pensar que alguien se suelte por bulerías y se decida a decir que como yo no hay, o hubo, o habrá nadie, y que no se lo pueda agradecer eternamente, así que por eso quiero que me toque la lotería.

Para instituir un premio para quien diga mejores cosas de mi cuando yo no pueda disfrutarlas con un socarran: "Pues te quedas corto tío ¡o tía!").

Lo mismo que otros dan su dinero para nobles causas, yo quiero darlo para otra igualmente noble, premiar a esos que dan en hablar bien de uno con entusiasmo tal que más parece que hablan indirectamente de ellos, buscando que se diga, "de todos los que han hablado del muerto, tú eres el mejor: eres tan bueno que el muerto debías haber sido tú”. ( Ya que  "Siempre se van los mejores", según el rezar popular).

Sería una Olimpiada Necrológica la que yo montaría.

Con distintos premios. Así quedaría bien con los amigos que tuvieran el detalle de decir que como yo sólo tú.

Pero al mismo tiempo fomentaría la participación (por dinero la gente es capaz hasta de dar clases) y seguro que se decidirían a escribir sobre mí gentes que no me conocerían, con lo cual podrían decir aun mejores cosas.

Y además, así, los artículos serían salvajemente subjetivos, con lo cual esos que juegan a la objetividad con sus “hay que reconocer qué..” o sus “sí, pero”, o eso tan científico de “Convivía con sus contradicciones como el mono  con los barrotes de su jaula", todos esos  sufrirían ante el miedo de que apareciera un especialista en 'in memorians" y les arrebatara el premio.

Considero que este género literario, dotado con premios, ganaría mucho (sobre todo ganarla el ganador, que se llevaría además del metálico, un diploma con el lema “El muerto al hoyo y el vivo al bollo").

Así que dado que la mayoría de los famosos tienen pasta anímense a instituir un premio para quien mejor hable de ustedes cuando estén de "corpore in sepulto". Sería un acierto y así se podrían descubrir nuevos talentos.

Y además, poniéndolo en las bases del concurso, se podría contestar por parte de todos los recientemente fallecidos a esa pregunta, tan trascendente, que todo panagerista hace, como si fuera obligatoria, al que ya no está. "¿Por qué te has ido tan pronto, compa?”.

 Respuesta: "Eso digo yo".

FRANCISCO MOLINA. En La Opinión de Zamora. Imperecedero


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