martes, 10 de noviembre de 2015

PLAN DE CHEQUE

                                               PLAN   DE   CHEQUE

Nunca he creído del todo en los planes de choque. Siempre me ha parecido que si fueran eficaces bastaría con aplicar uno por cada Uganda existente y se acabó el hambre en el mundo. Es algo así como la desconfianza que me produce el famoso dicho de “no les des peces, enséñales a pescar” (para acto seguido cobrarles por las clases).
            Viene este cuento a cuento de la última moda. Es ésta una muy chocante.  Se trata del ataque de solidaridad por el cual a la gente rica, pudiente y bien instalada le ha dado por ayudar al prójimo, pues claro, si se indignan por el olvido de Zamora, teniendo en cuenta que ellos viven bien, se supone que  es porque se preocupan por otros. 

No me refiero a que haya personas que sin necesitarlo se pongan a militar en organizaciones de rojos perdidos en pos de un mundo distinto. Eso siempre se dio y en la proporción adecuada. Poca

            Pero ahora no. Es como una fiebre. Tomemos como ejemplo lo que pasa en Zamora, pero que se puede extender desde Santurce a Bilbao pasando por toda la orilla y luciendo la pantorrilla del patriotismo.

            Que el bueno de Zapatero una vez convertido en Jefe de su país haga  un consejo de ministros  en su pueblo y nos explique que el Plan del Oeste, era dar “a ese o este”, y que “éste”son los suyos, no es como para que aquí se ponga el grito en el cielo.

            ¿Qué grito? Pues el de la afrenta, el de la dignidad mancillada, el del “él último que apague la luz”. Que no es para tanto (y menos en el caso de los que más se quejan). En esta provincia, siempre hubo ricos y currantes. Y los pudientes siempre han vivido a cuerpo de Rey. El que más y el que menos de los que ahora se rasgan las vestiduras son asimilables al cacique, al terrateniente, al médico o al cura del pueblo en la época del hambre. Así que para qué decir de cómo viven ahora.
            
Además estos sufridores de la patria chica siempre proponen soluciones que en resumidas cuentas son: “Oh! Señor, mándanos el maná, que luego éste y yo, ya lo distribuiremos” (“que el que parte, parte, y se queda con la mejor parte”) . 

Si, porque eso es lo que se pide. Citamos a Cáritas para que vea el Susum Corda que aquí hay pobres en todas las esquinas, pero luego pedimos infraestructuras para que las industrias “tal vez” vengan a instalarse aquí. Luego que “quizás”, si viene alguna buscará mano de obra y ya, pasados unos lustros, el pobre  de la esquina “a lo mejor” se coloca.

            Vamos, que tengo yo hambre, veo a un tío con mil peces, le pido uno y me dice que  espere, que me enseña a pescar, y se entera su espina dorsal. Porque eso es lo que pasa con los planecitos de choque, que entre que lo planifican, que lo prometen, que lo proyectan, que lo posponen, que patatín y que patatán, el que anda con el agua al cuello se ahoga al  primer pase de la guadaña de la crisis.

            Por tanto pidamos menos planes de choque y más “planes de cheques”. ¿Que, qué es esto? Sencillo. En Zamora, como en todas partes hay gente que tiene poco para vivir. Pues  esos son los que deben recibir las ayudas y en metálico. Arriba el Salario Mínimo. Arriba la Pensión Mínima. Arriba los subsidios para los parados. Peces para quienes tienen hambre. Sí, ya se que esas medidas propician la inflación y que ésta es el peor enemigo de los trabajadores, pero claro, si para que no salgan perjudicados con la inflación, van a tener que seguir sufriendo  ellos solos los bajos salarios, los despidos gratuitos, etc  “habiados” están. Además con el Plan de Cheques no hay que esperar. 


            Claro que eso es repartir la riqueza, y ahí es donde aprieta el zapato por bueno que sea el zapatero.

FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. 2004

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