BANDERILLAS
DE FUEGO
De fuego santo ¡vive
Dios!, así son las banderillas que le ha puesto la Junta de Castilla y León a
Zamora.
¡Loada sea la Junta!
Esta ciudad (y sus
alrededores) estuvieron durante siglos «entre Pinto y Valdemoro», es decir, tan
pronto era bárbara como romana, islámica como cristiana, lusitana como
castellana, comunera como carlosquintera, sanchera como urraquiana, afrancesada
como independentista, conservadora como liberal. legitimista como bastardista,
monárquica como republicana, verbigracia como etcétera.
O sea, que con el
transcurrir del tiempo cualquier ciudadano de la zona iba acumulando, al
principio a la fuerza, toda clase de banderas para vitorear a quien corresponda, según aconsejara el momento.
Tal vez esta historia
tan ajetreada fue la que forzó la personalidad del nativo y le ha ido colocando
en los cromosomas un factor prudencia; que tira de espaldas.
Porque aquí, en esta
atalaya del Duero y por serlo, las gentes aplauden poco, se cabrean menos,
bailan sin ganas, critican con sordina, no gritan «mal rayo les parta» y menos
cierran el puño para dar un puñetazo en la mesa.
No es miedo, no es
apatía, ni pasotismo, es el cromosoma hereditario del en boca cerrada no entran moscas.
Y no podía ser de
otra forma, porque gritar ¡viva el emperador! y que aparezca Viriato, o ¡viva
Almanzor!. y que aparezca el Cid, o ¡viva Maldonado! y que aparezca el imperio,
es mucho para el cuerpo serrano, y eso
que estamos abreviando, que solo en pasar de mora a cristiana anda que no se
gastó pana. ¡Menudo vaivén!
Consecuencia, la
sociedad aquí es en conjunto mansa.
Por eso, ¡loada sea
la Junta!, que desnudando a un santo (el Jueves Santo) para vestir a otro (San
José) ha «armado la marimorena.
A los toros mansos se les colocan banderillas
de fuego para que espabilen; pues toma tralla que esto es Troya. ¡tocarle a
Zamora la Semana Santa!
Y ahora a espabilar.
Nada de llantos, ni lamentos gitanos y menos saetas lacrimógenas.
Ahora los organismos
rectores de la villa deben pasar al ataque frontal.
Que se haga una
declaración pública de que Zamora, por su cuenta y riesgo (no hay ninguno),
declara el Jueves Santo día festivo (amen de San José).
Que si éste es el Día
del Padre, el otro lo va a ser del Padre y Muy Señor Mío como no den marcha atrás.
Con esa declaración
(sin otras zarandajas) no solo se resuelve el problema, sino que al tiempo se
generara una publicidad sobre Zamora y su Semana Santa que ni que la hubiera
inspirado el Espíritu Santo.
Nada de negociar. ¡declaración
pública de rebeldía!
Que espabile el pueblo
de una vez y le tome gusto.
¡Loada sea la
Junta!, que va a hacer que se pase de no dar un puñetazo en la mesa a arrear
uno, y de lleno, en la meseta.
FRANCICO
MOLINA. Publicado en el Norte de Castilla el 8 de Enero de 1990
Me encanta!
ResponderEliminarLo celebro
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