EL
DISPUTADO DIPUTADO
Pero, cómo puede
haber gente a quien no le guste la política?.
Si es más
apasionante que el misterio de las botellas enlejiadas, que una final de fútbol
o que un adulterio de Falcon Crest.
Porque ¿qué más se
puede pedir, en cuanto a emociones, que esa prorroga que en Murcia, Pontevedra
y Melilla se va a jugar para ver en qué acaba esto de la mayoría absoluta (por
la gracia de D'Hont)?
De momento el
caballo ganador ha tenido que apoyarse en un voto de derechas (Agrupación
Independiente Canaria), después de hablar con el PNV (burguesía vasca) por si
las moscas.
“Dime donde te
apoyas y te diré de qué pie cojeas” (como dicen los traumatólogos).
O sea que no era ninguna
bobada decir que el PSOE es la derecha civilizada.
Mas, hay otras
cosillas que puede ser útil conocer. Se trata de seguir la pista a esa noticia
de que en Murcia algunos interventores del vencedor votaron dos veces.
Para un mortal común
tal vez es difícil de entender.
A ver. Cada mesa
electoral consta de: unos ciudadanos que por sorteo acaban siendo presidente y
vocales (normalmente se les informa muy mal y tienen que desempeñar la tarea a
regañadientes y como buenamente puedan);
además de esos, se
incorporan a esa unidad electoral, los interventores o vigilantes que cada
partido mande o pone a vigilar (suelen ser personas que tienen más
conocimientos y resabios que el propio presidente de la mesa, por la razón
sencilla de que casi todos llevan varias elecciones a cuestas).
Para los
interventores, cuyo nombre consta en la Junta Electoral Provincial (donde hay
expertos) existe la obligación de votar en la mesa donde está interviniendo»
para su partido.
Como suele ocurrir
que esa mesa no es la misma que aquella en la cual les tocaría votar si fueran
de paisano, lo que se hace al empezar la votación, allí donde debía de votar el
interventor de no serlo, es recibida una notificación escrita de que Fulanito
de Tal NO podrá votar en esa mesa porque está en otra de interventor y será en
esa donde ejercerá su derecho.
Hasta aquí bien.
Pero, ¡ah! dioses de
la burocracia, es demasiado frecuente que ese papelito no llegue a la mesa
correspondiente, con lo cual no se hace constar que determinadas personas
tienen prohibido votar en la mesa-donde-viven, ya que lo harán en la mesa-donde-son-interventores.
Con este panorama,
si un partido con muchos interventores (son posibles dos por mesa y grupo político)
se informa (mediante un apoderado por ejemplo) de en qué mesas no llegó el papel
prohibiendo votar a los interventores (eso se lo dice fácilmente alguien de su
partido que esté en esa mesa), puede, dando una turne (cosa frecuente)
comunicar a todos sus interventores cuales son las mesas en las que se puede
hacer trampa porque no han recibido el «seguro contra jetas».
Dedúcese de esto que
cuando el numero de interventores que votan doble es significativo, más que
algo individual suena a algo diseñado en grupo (alevosía); hablando en plata,
que no se trataría de un gesto de entusiasmo personal y si de un gesto de
democracia fecal.
FRANCISCO
MOLINA. Publicado en El Norte de Castilla el 11 de Diciembre de 1989
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