lunes, 2 de noviembre de 2015

EL DISPUTADO DIPUTADO

EL DISPUTADO DIPUTADO

Pero, cómo puede haber gente a quien no le guste la política?.

Si es más apasionante que el misterio de las botellas enlejiadas, que una final de fútbol o que un adulterio de Falcon Crest.

Porque ¿qué más se puede pedir, en cuanto a emociones, que esa prorroga que en Murcia, Pontevedra y Melilla se va a jugar para ver en qué acaba esto de la mayoría absoluta (por la gracia de D'Hont)?

De momento el caballo ganador ha tenido que apoyarse en un voto de derechas (Agrupación Independiente Canaria), después de hablar con el PNV (burguesía vasca) por si las moscas.

“Dime donde te apoyas y te diré de qué pie cojeas” (como dicen los traumatólogos).

O sea que no era ninguna bobada decir que el PSOE es la derecha civilizada.

Mas, hay otras cosillas que puede ser útil conocer. Se trata de seguir la pista a esa noticia de que en Murcia algunos interventores del vencedor votaron dos veces.

Para un mortal común tal vez es difícil de entender.

A ver. Cada mesa electoral consta de: unos ciudadanos que por sorteo acaban siendo presidente y vocales (normalmente se les informa muy mal y tienen que desempeñar la tarea a regañadientes y como buenamente puedan);

además de esos, se incorporan a esa unidad electoral, los interventores o vigilantes que cada partido mande o pone a vigilar (suelen ser personas que tienen más conocimientos y resabios que el propio presidente de la mesa, por la razón sencilla de que casi todos llevan varias elecciones a cuestas).

Para los interventores, cuyo nombre consta en la Junta Electoral Provincial (donde hay expertos) existe la obligación de votar en la mesa donde está interviniendo» para su partido.

Como suele ocurrir que esa mesa no es la misma que aquella en la cual les tocaría votar si fueran de paisano, lo que se hace al empezar la votación, allí donde debía de votar el interventor de no serlo, es recibida una notificación escrita de que Fulanito de Tal NO podrá votar en esa mesa porque está en otra de interventor y será en esa donde ejercerá su derecho.

Hasta aquí bien.

Pero, ¡ah! dioses de la burocracia, es demasiado frecuente que ese papelito no llegue a la mesa correspondiente, con lo cual no se hace constar que determinadas personas tienen prohibido votar en la mesa-donde-viven, ya que lo harán en la mesa-donde-son-interventores.

Con este panorama, si un partido con muchos interventores (son posibles dos por mesa y grupo político) se informa (mediante un apoderado por ejemplo) de en qué mesas no llegó el papel prohibiendo votar a los interventores (eso se lo dice fácilmente alguien de su partido que esté en esa mesa), puede, dando una turne (cosa frecuente) comunicar a todos sus interventores cuales son las mesas en las que se puede hacer trampa porque no han recibido el «seguro contra jetas».

Dedúcese de esto que cuando el numero de interventores que votan doble es significativo, más que algo individual suena a algo diseñado en grupo (alevosía); hablando en plata, que no se trataría de un gesto de entusiasmo personal y si de un gesto de democracia fecal.

FRANCISCO MOLINA. Publicado en El Norte de Castilla el 11 de Diciembre de 1989

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