domingo, 1 de noviembre de 2015

METAFÍSICA LABORAL

METAFÍSICA LABORAL

Dice la leyenda que cuando un profesor entiende lo que explica y los alumnos entienden lo explicado se está impartiendo una clase de ciencias;

que cuando el profesor entiende lo que expone pero los alumnos no entienden lo expuesto se está impartiendo una clase de física,

y que, por último, cuando el profesor no entiende lo que explica y los alumnos tampoco entienden lo que explica el profesor, entonces se está ante una clase de metafisica.

Ha sido necesario recurrir a lo anterior para poder charlar sobre algo surgido en el juicio contra doce trabajadoras/es y empresarios (que de todo hay en la villa de los acusados) con motivo de la disputa sobre abrir el comercio o no los sábados por la tarde.

Disputa que tuvo lugar en 1987 aquí en Zamora y que al presentar un establecimiento una denuncia por 175.000 pesetas de desperfectos se ha convertido en una acusación por desórdenes públicos, pasando ahora la cosa a ser muy disputada.

Los juicios, que suelen ser públicos, son ofertas muy amenas de las instituciones a los ciudadanos (y además gratis), así que no se entiende por qué la gente no va más a presenciarlos.

En éste, con doce presuntas y presuntos, la cosa es más emocionante aun.

Tal vez sea por profesarles simpatía, pero los acusados no tienen cara de ser capaces de desordenes públicos y en algunos casos puede que no sean partidarios de los desordenes privados, o sea que parecen personas de excesivo orden.

Si viviera Salomón y los encontrara culpables posiblemente sentenciaría: Y por manifestar que Vd. quería libre la tarde de los  sábados le condenamos a estar sin libertad los sábados por la tarde ¡hasta que canten las sirenas!.

Mas no se influya sobre el proceso.

Háblese de lo que puede resultar llamativo.

Se trata de un razonamiento de la acusación particular (además del fiscal hay un abogado que acusa).

Parece que ese año había un convenio en el comercio por el cual ningún establecimiento de Zamora (salvo Simago, que es otra cosa) podía abrir en sábados por la tarde.

Al abrir algunos en noviembre del 87, dependientes y otros empresarios se mosquean y surge la concentración/concienciación.

Pues bien, la tesis de la acusación privada era, salvo que el mal sonido la haya desvirtuado, esta:

“Si, pero ese convenio no prohibía abrir a un empresario siempre que esta apertura no afectara a los trabajadores. Dicho mejor, si el dueño abre con ayuda de la familia, como a los dependientes ni les va ni les viene, puede hacerlo”.

Esta argumentación escapa al propio juicio y se transforma en un dilema metafísico que autoriza a meditar sobre él.

Se imaginan ustedes el Corte Inglés abriendo los sábados en la tarde ¡con la ayuda exclusiva de la familia!

O mejor aún, qué pasaría si los domingos abriera cualquiera porque despachan sus familiares.

¡Atención clientes, toda la noche a su servicio gracias a mi familia!

¿Pagaría el empresario a la familia?  ¿Sería que para castigar a los hijos por volver tarde a casa o a la mujer por pasarse de sal en la comida les condenara a abrir fuera de horario?.

¿Cuánto tiempo estaría la sufrida familia abriendo sin cobrar (repartir ganancias)?

¿Si al final pagaba el patrón a los familiares, eran familia o trabajadores los que atendían a los clientes?

¿No es cierto que en casos se  contrata a familiares para que el día de mañana tengan un retiro?

¿Se puede tener a la familia trabajando sin estar asegurada?

¿Qué dice sobre esto la CEOE tan alérgica ella a la llamada competencia desleal?

En fin, lo de la familia para todo, es un problema de metafísica laboral que tal y como está el panorama ¡lo que faltaba!

FRANCISCO MOLINA. Publicado en El Norte de Castilla el 7 de Mayo de 1990

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