METAFÍSICA
LABORAL
Dice la leyenda que
cuando un profesor entiende lo que explica y los alumnos entienden lo explicado
se está impartiendo una clase de ciencias;
que cuando el
profesor entiende lo que expone pero los alumnos no entienden lo expuesto se está
impartiendo una clase de física,
y que, por último,
cuando el profesor no entiende lo que explica y los alumnos tampoco entienden
lo que explica el profesor, entonces se está ante una clase de metafisica.
Ha sido necesario
recurrir a lo anterior para poder charlar sobre algo surgido en el juicio
contra doce trabajadoras/es y empresarios (que de todo hay en la villa de los
acusados) con motivo de la disputa sobre abrir el comercio o no los sábados por
la tarde.
Disputa que tuvo
lugar en 1987 aquí en Zamora y que al presentar un establecimiento una denuncia
por 175.000 pesetas de desperfectos se ha convertido en una acusación por desórdenes
públicos, pasando ahora la cosa a ser muy disputada.
Los juicios, que
suelen ser públicos, son ofertas muy amenas de las instituciones a los
ciudadanos (y además gratis), así que no se entiende por qué la gente no va más
a presenciarlos.
En éste, con doce
presuntas y presuntos, la cosa es más emocionante aun.
Tal vez sea por profesarles
simpatía, pero los acusados no tienen cara de ser capaces de desordenes públicos
y en algunos casos puede que no sean partidarios de los desordenes privados, o
sea que parecen personas de excesivo orden.
Si viviera Salomón y
los encontrara culpables posiblemente sentenciaría: Y por manifestar que Vd.
quería libre la tarde de los sábados le
condenamos a estar sin libertad los sábados por la tarde ¡hasta que canten las
sirenas!.
Mas no se influya
sobre el proceso.
Háblese de lo que
puede resultar llamativo.
Se trata de un razonamiento
de la acusación particular (además del fiscal hay un abogado que acusa).
Parece que ese año
había un convenio en el comercio por el cual ningún establecimiento de Zamora
(salvo Simago, que es otra cosa) podía abrir en sábados por la tarde.
Al abrir algunos en
noviembre del 87, dependientes y otros empresarios se mosquean y surge la
concentración/concienciación.
Pues bien, la tesis
de la acusación privada era, salvo que el mal sonido la haya desvirtuado, esta:
“Si, pero ese
convenio no prohibía abrir a un empresario siempre que esta apertura no
afectara a los trabajadores. Dicho mejor, si el dueño abre con ayuda de la
familia, como a los dependientes ni les va ni les viene, puede hacerlo”.
Esta argumentación
escapa al propio juicio y se transforma en un dilema metafísico que autoriza a
meditar sobre él.
Se imaginan ustedes
el Corte Inglés abriendo los sábados en la tarde ¡con la ayuda exclusiva de la
familia!
O mejor aún, qué
pasaría si los domingos abriera cualquiera porque despachan sus familiares.
¡Atención clientes,
toda la noche a su servicio gracias a mi familia!
¿Pagaría el
empresario a la familia? ¿Sería que para
castigar a los hijos por volver tarde a casa o a la mujer por pasarse de sal en
la comida les condenara a abrir fuera de horario?.
¿Cuánto tiempo
estaría la sufrida familia abriendo sin cobrar (repartir ganancias)?
¿Si al final pagaba
el patrón a los familiares, eran familia o trabajadores los que atendían a los
clientes?
¿No es cierto que en
casos se contrata a familiares para que
el día de mañana tengan un retiro?
¿Se puede tener a la
familia trabajando sin estar asegurada?
¿Qué dice sobre esto
la CEOE tan alérgica ella a la llamada competencia desleal?
En fin, lo de la
familia para todo, es un problema de metafísica laboral que tal y como está el
panorama ¡lo que faltaba!
FRANCISCO
MOLINA. Publicado en El Norte de Castilla el 7 de Mayo de 1990
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