CARTERAS
O MALETAS
Autor
Francisco Molina Martínez. Profesor y escritor
Publicado
en el Norte de Castilla el 9 de Octubre de 1990
Aquí la estampa más
llamativa de la temporada es una formada por un conjunto de estampitas
escolares.
Lo que siga tal
vez no vaya a misa, a pesar de que no
sólo ocurre en Zamora, pero debería ir a la escuela...
Si, porque la
estampa otoñal que se invita a observar es la de esos niños y niñas, que en
estas fechas, tras un mes largo de colegio, se ven pasar sin fijarse (salvo
cuando son de la familia).
Antes, hace unos
buenos años, las y los niños iban al cole con cartera; sin embargo, si se fijan ustedes, hora van con maleta.
(No se le ocurra ofrecerse
a su cuñada para ir a buscar al sobrino a la salida de la escuela, y menos aún
se le ocurra, si va, ofrecerse a la
criatura para llevarle la cartera, ¡se encontrará una maleta! de lo que pesan
las condenadas).
Usted tal vez está
harta o harto de lo mucho que se gasta en libros cada comienzo de curso (porque
resulta que la enseñanza es obligatoria y, gratuita hasta los 14 años -con
LOGSE hasta los 16- pero en septiembre y en lo que a libros se refiere, sólo es
obligatoria, que de gratuita nada).
Pues hace bien en
estar harta/o una vez al año, pero... ¿y cuándo se le pasa a usted la
«hartura»? ¿Cuál es el panorama?.
Que su hija o su
hijo tienen que ir, día tras día, con un carterón lleno de unos libros que
sirven para poco.
Bueno, sirven para
poco a los chavales, que lo que es a los editores ya lo creo que les sirven
¡menudo negocio! ¡vive Dios!.
Pero, ¿cómo se
atreve nadie a decir que los libros de mis niños sirven para poco? puede decir
vos.
Pues hay que atreverse
y hablar de ello; amén de que hacerlo exige poca saliva: los libros de la
escuela le sirven de poco a cada niño porque son mucha tela para sus cabecillas
y no dan a basto.
Hoy se pretende
aquí, con esta estampa de otoño en Zamora, centrar la atención en cómo las carteras
se han convertido en maletas al haberse montado/generado en torno a la enseñanza
un súper negocio con desprecio del sentido común e incluso de la salud mental y
corporal de los chavalines (aunque lo más casual, hacerles ir cargados así, es
una forma secreta de prepararles para la Sacrosanta Olimpiada del Quinto
Centenario).
¡Pero si los libros
de ahora son majísimos y se entiende todo mejor!
Sí, pero, mire bien:
¿a que hay fotos que sobran, a que hay discursos que también, a que hay
demasiadas lecciones en cada uno, a que hay demasiados libros para cada niño?.
Se trata -a lo que
se huele- de meter más fotos, más
dibujos y más rollo, para que haya más páginas y, por tanto cuesten más pelas.
Cuando el Estado
tenga que pagar lo que hace obligatorio seguro que quitan estampitas, pero
ahora es «el timo de la estampita”
Vamos, como si en la
mili que es de obligado cumplimiento, te tuvieras que pagar los uniformes y
encima éstos fueran cuatro, uno para cada estación.
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