ZAMORA.
¡AR!
Hace veinte años surgió
como un torrente de agua pura, cristalina, y no embotellada, aquello de «haz el
amor y no la guerra».
La idea era de
rechupete pues no sólo se proponía evitar algo malo (la guerra) sino que en su
lugar habría de ponerse algo tan espléndido, estimulante y taquicárdico como el
amor.
El mensaje ha ido
calando en amplios sectores de la sociedad y de ahí surge el creciente
movimiento pacifista que hoy tanto mola.
No obstante, esa marea de «aquí paz y después gloria» (la
paz de la no guerra y la gloria de sí al amor) no ha entrado en los cuarteles.
Por más que hay que
reconocer (según dicen las leyendas) que los militares hacen bien el amor
(incluso en la guerra).
Pero mientras todo
llega (las cosas buenas son imparables) lo que sí parece ser talante nuevo
entre la milicia-institución es algo así como «haz el negocio y no la
guerra>>.
No es que se
renuncie a la misión básica que marca la constitución, debe de ser que con
tanta paz y por hacer algo más, a la institución llamada Defensa le ha dado por
los negocios.
Esto va porque en
Zamora había un terreno, y en el terreno había un cuartel, y en el cuartel un
regimiento, y en el regimiento una misión.
Desapareció la
misión, y claro desapareció el regimiento, y claro desapareció el cuartel y...
;casi desaparece el terreno!.
Allá por 1910 la ciudad, generosa, «dona» al
Ejército un solar para que pueda disponer en él de un cuartel.
Algún propietario,
vecino del solar, «dona» también algo y todo unido da lo que en la actualidad
es un super-solar.
Pasa el tiempo y
Defensa construye en él pabellones y la ciudad en un Plan de Urbanismo declara la
zona de utilidad pública.
La defensa de la
Patria ya no pasa por tener un cuartel en ese sitio, pero la defensa de no se
sabe qué si pasa, por lo visto por un «Santa Rita-Rita-Rita, lo que se da ya no
se quita» y resulta que aunque el solar es del Estado (por tanto, también del
Ayuntamiento) el Ministerio propone que necesita una compensación (por devolver
algo que ya no sabe qué hacer con ello) y la fija en un puro negocio
inmobiliario que exige, como todos estos negociejos, una reclasificación del
suelo para que un lugar de uso público pase a ser zona residencial (y no para
uso del Ejército siquiera).
Como por otro lado
Zamora cuenta con un alcalde que adopta «la posición de firmes» ante cualquier
superior (de él), también esta vez se ha puesto «a sus órdenes» sin reparar que
en cuanto representante del pueblo que lo eligió a quien ha puesto firmes,
aceptando, es a toda una ciudad.
FRANCISCO
MOLINA * Profesor y escritor. Publicado en El Norte de Castilla el 26 de Julio
de 1989, un año antes del asalto al Cuartel Viriato de Zamora
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