lunes, 26 de octubre de 2015

LA BINARQUÍA

LA BINARQUÍA

Si tenemos en cuenta que la monarquía es el gobierno de uno y la anarquía el de ninguno, según aquello de la etimología, el prefijo y el latín; se deduce que lo que hay en España es una binarquía.

Se trata de una binarquía porque en definitiva en España gobiernan dos, o dicho perfectamente, hay dos reyes.

No se altere el personal, que no se está diciendo que manda tanto la Reina como el Rey; tampoco se está diciendo que Felipe González tenga ínfulas de monarca, como se ha escrito por ahí.

Aquí sólo hablamos de cosas serias. Es la propia Constitución española la que dice que la forma de Estado de la patria es la binarquía.

No lo dice al pie de la letra, pero a buen entender... Afirma la Constitución que el Jefe del Estado es el Rey (va uno), y dice también de forma evidente que «el pueblo español es soberano».

Como la sobriedad de la Carta Magna impide suponer que en esa frase se insinúan tendencias a la bebida en todo un mosaico de pueblos (por lo del «soberano/brandy»), dedúcese que el término en cuestión se refiere a lo que está en el diccionario: «soberano: que tiene o ejerce la autoridad suprema» (y van dos).

Es, pues, el Rey soberano; es, pues, el Pueblo soberano, es pues España una binarquía.

Bueno, y qué.

Como que... y qué. Pues que el pueblo debe ejercer de rey y, por ejemplo:

a) ¿Se deja un soberano adivinar el pensamiento para que luego, conociendo de qué pie cojea, resultar manejado por otros?

b) ¿Acepta un soberano que le den como inevitable (con antelación) un acontecimiento protagonizado por sus súbditos?

Pues eso, si el pueblo es soberano, ¡a ejercer! Así que no debe tolerar que le adivinen el pensamiento mediante encuestas que luego usan contra él.

(Edicto: Créese la Coordinadora Espontánea Burla Sondeos para evitar que sepan más de mí que yo de ellos. Firmado: El Pueblo soberano).

Y mucho menos debe «tragar» que le digan que dentro de cincuenta días, en su finca, se van a celebrar unas elecciones de las que ya se saben los resultados.

Pero, ¿qué es eso? A santo de qué se le puede decir a un pueblo soberano que no puede corregir el curso de su propia historia.

Ni hablar. Faltaría más. El soberano (pueblo) debe recordarle a quien corresponda (y a quien descomponga) que a él nadie le dice quién va a ganar unas elecciones, que eso lo decide él mismo por su soberana voluntad, y aunque sólo sea por demostrar que se es rey del propio destino hay que destrozar lo que dicen las encuestas y votar lo inesperado.

Porque de lo contrario en lo único que van a ser iguales el soberano Rey y el soberano Pueblo, será en que lo mismo que don Juan Carlos no vota para ser neutral, el pueblo termine también por no votar por sentirse neutral(izado).


FRANCISCO MOLINA. Profesor y escritor. Publicado en El Norte de Castilla el 21 de Septiembre de 1989

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