domingo, 4 de octubre de 2015

ILEGALIZAR NO ES ESTIRPAR

ILEGALIZAR NO ES ESTIRPAR

Bastaría recordar que ETA asesina fuera del País Vasco para justificar que en Zamora se hable de algo que no nos es ajeno.

Es lógico que PP y PSOE que están sufriendo en propia piel los sanguinarios métodos de ETA estén deseando acabar con el problema y por tanto aboguen con tanto ahínco por ilegalizar a Batasuna (aunque por lo mismo también sería lógico que piensen que podrían estarse equivocando al ser juez y parte en el asunto).

Porque el problema está en que ilegalizar no es garantía de desaparición de lo ilegalizado.

Ese es el problema: el problema es que ETA, que es una banda criminal no va a dejar de matar, salvo que quiera, y el problema es que ETA a pesar de ser un grupo sanguinario no va a perder simpatías y por tanto cantera de etarras porque Batasuna esté ilegalizada.

No se olvide que el entramado asesino consigue su clientela con el discurso de que:

1. España sojuzga al País Vasco.

2. Que el Estado español no permitiría la independencia de Euskadi ni aunque lo pidieran el 100% de los allí residentes de forma pacífica y democrática.

3. Que no les queda pues otra salida, para su enfermedad nacionalista (por lo demás de carácter universal. "Quien no sea patriota que tire la primera piedra") que la lucha armada.

Ante este panorama, la ilegalización de Batasuna le va a permitir a ETA vender mejor sus mentiras, o si se quiere sus estúpidas verdades, porque es estúpido matar por la patria “A” cuando si hubieras nacido en la “B” matarías por ésta.

Conviene también que se sepa que con el Código Penal anterior a la Ley de ilegalización de Partidos se podía ya ir, vía tribunales de justicia contra las gentes de Batasuna (de hecho lo que está haciendo el juez Garzón es seguir esa vía y no la Ley de Partidos).

Que Batasuna es ETA es de suponer que es fácil de probar. Que la pertenencia a banda armada es delito creo recordar que es ley que existe. 

La dificultad, política, viene cuando en consecuencia has de juzgar, uno a uno, a todos los afiliados de Batasuna puesto que son las personas quienes delinquen.

Si ilegalizando a Batasuna desaparecieran ETA y el terror de sus crímenes, viva la ilegalización: lo mismo que si matando a alguien se acabaran todos los problemas de todas las personas, habría que matar a esa persona.

El problema es que matando nunca se arregló todo del todo y, la mejor prueba es la de la propia ETA, que mata con saña y, no sólo no ha logrado la independencia de Euskadi sino que lo que es más sarcástico, de lograrla descubriría que no ha resuelto ni uno de los problemas del día a día que tienen las personas de allí y de aquí.

La ilegalización además favorece a Batasuna. La prueba primera de que la quiere es que le bastaría con condenar los atentados y seguía en las instituciones.

La segunda prueba está en que siendo ETA y Batasuna la misma cosa, ocurrió que en las elecciones locales de 1999, tras una temporada en que ETA no mató, Batasuna obtuvo unos espléndidos resultados, mientras que en las últimas, tras una racha de sangre y crímenes de la banda, su brazo político cosechó sus peores resultados.

Esto dio pie a una crisis interna y grupos enteros se salieron del entramado de Batasuna por considerar que con la violencia se retrocedía en vez de avanzar hacia la independencia.

Ahora, ilegalizada Batasuna nadie dentro de ella podrá plantear cambios de táctica. Los halcones, en realidad buitres de la sangre, impondrán sus tesis.

Además, hasta el momento cientos de batasunos tenían que dedicar tiempo a sus tareas de concejales, etc. Ahora estarán al cien por cien volcados en la confrontación sin tregua.

Por todo esto, muchos, con la mejor voluntad  estuvimos contra la Ley de Partidos, y ahora que existe, consideramos que abstenerse respecto a que sea el Parlamento quien pida la ilegalización es lo acertado.

Respetar esta opción es norma elemental de quien diga estar defendiendo la democracia.


FRANCISCO MOLINA. Publicado en La Opinión de Zamora. Hace un montón de años

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