REPARTO
DE PAPELES (VERDES*)
(*)
Había un billete de mil pesetas que era de color verde
«Por el humo se sabe
dónde está el fuego», y según cuentan, los casos Naseiro (PP) y Juan Guerra (PSOE) son el
humo de ese fuego que se resume en la llamada financiación de los partidos
políticos».
Hay un lamento, en
tono de «cante hondo», cuya letra puede ser más o menos elaborada pero cuyo
estribillo es un continuo pedir dinero público, ya que como la constitución
atribuye a los grupos políticos un papel trascendental en el arquetipo
democrático lógicamente(?) es el Estado el que debe mantener a tan
imprescindibles criaturas.
Todo esto podría ser
más o menos soportable si no se diera el caso de que, al parecer, la forma de
machacar la pasta de determinados grupos hace que no haya dinero en el mundo
para pagarles (recuérdese en Zamora el reparto de papeles entre PSOE y PP a través
de fondos del Ayuntamiento hasta que la ciudad puso el grito en el cielo)...
El círculo vicioso (
pero ¿existe algún círculo que no sea vicioso?) es éste:
Los partidos tienen
pocos militantes, porque la gente no comulga con los aparatos de los grupos.
Los aparatos (esas
personas eternas en los puestos intermedios y que viven de entregarse al
partido -eso sí, cobrando-) luchan desesperadamente por mantener su situación
-es su puesto de trabajo- e incluso para mejorarla, consiguiendo más dinero para
el grupo.
Sólo un aumento de
cargos políticos institucionales puede incrementar el orden de los ingresos
económicos.
Para conseguir eso y
como en la vida pública son todos muy parecidos en la práctica, todas las
ilusiones se cifran en ganar las elecciones por márketing.
En esa lucha no se
escatiman gastos en propaganda.
El mayor de los
agujeros negros, y que se traga cantidades ingentes de dinero, es lo que se
llama el «mayling» (enviar a todos los electores un sobre con la papeleta del
partido).
Con esta dinámica, y
puesto que sólo gana un grupo, la mayoría pasa a la ruina, produciéndose así la
histeria en el aparato, que teme quedarse en la calle.
Se busca por ello
dinero sucio (espérese que no negro del todo).
Al tiempo, el grupo
que ganó, en nombre de la victoria eleva la categoría laboral del aparato por
lo que también se arruina y por lo mismo busca a su vez dinero oscuro.
Toda esa degradación
salpica a las ideas, a los proyectos y al quehacer político, por lo que la imagen
que se da es deplorable.
En consecuencia el
pueblo pasa de afiliarse. Y los partidos no se pueden mantener con las cuotas
porque no hay apenas cotizantes, hay pocos (se cierra así el círculo vicioso
anunciado).
De todo esto, la
experiencia, desde Zamora, recomienda que la primera medida y tal vez la única
necesaria (por lo que es fácil) de aplicar, para romper esa cadena que mantiene
alejados a los políticos del pueblo, sea prohibir que se envíen papeletas de
los partidos a los domicilios de los votantes.
Si a eso se añade
una UNICA subvención por voto recibido (con lo cual el no-votante podría
castigar un clima de decrepitud pública), las cosas serian más claras.
Además, así, los
grupos que buscaran dinero mal oliente no podrían camuflar con sus deudas lo
que suele ser la madre de muchos corderos corruptos, porque lo cierto es que en
demasiadas ocasiones tras la supuesta lucha por el colectivo se busca
simplemente el enriquecimiento fácil y rápido del individuo.
FRANCISCO
MOLINA. Publicado en el Norte de Castilla el 2 de Julio de 1990
No hay comentarios:
Publicar un comentario