MUY
TIPICORRO
Es frecuente, hasta
decir basta, que en ámbitos locales, ciudades y otros centros urbanos de mayor
o menor tamaño, los medios de comunicación, para los ratos en que ejercen de
medios de «entretenimiento» de masas, pidan colaboraciones (comentarios, opiniones
y visiones) sobre «temas de la tierra».
Debe ser porque se
considere que así el ciudadano se va a encontrar mejor servido, ya que «le
hablan de lo suyo», puesto que para hablarle de «lo que no es suyo» ya están
los medios de divulgación nacionales e incluso, si se trata de prensa, las
páginas de nacional/internacional/opinión, mientras que si quien divulga es la
radio, para «lo genérico» tienen los programas de conexión estatal.
Todo esto puede ser
muy correcto si es que existen estudios comerciales que indiquen «que se vende el
programa» cuando se le hace creer al cliente que se está con él y con sus
problemas próximos.
Ahora bien, si la
cuestión reside en ofrecer «lo más interesante» para esa persona que está
detrás del periódico o detrás del transistor, tratando de bucear en el mar de
la curiosidad, el asunto hay que replantearlo.
Como individuos (e
individuas) el ser humano entiende que el mejor «localismo» se localiza en él (¿cuánto
se daría por oír lo que opinan de uno mismo?) y por ello si le gusta estar al
loro de lo que pasa o se dice de su pueblo;
pero ¡ojo!, que no
en menor medida le apasiona el estar informado de las borrascas y anticiclones
(amores, odios, celos, venganzas, deseos, fantasías, miserias, libertades...),
que le «sulibeyan» como «unidad del destino en lo pasional» que es.
Y estos temas le
arroban tanto que por redundantes que sean le siguen gustando y los sigue
agradeciendo de tal manera que, aunque se los encontrara hasta en la sopa
(programas nacionales, locales y hasta internacionales) no le empacharían.
Hay otra cuestión.
Políticamente no es el mejor camino separar los problemas locales de los
generales, es más, puede ser una trampa en la que se pisa con frecuencia esa de
aceptar el «aislamiento» informativo/divulgativo/reivindicativo.
Sirva como base de
estudio la energía nuclear. El localismo invitaría a no querer las centrales
radioactivas en territorio propio y que traiga sin cuidado el problema ajeno.
El «sinbarrerismo» (dogma
según el cual los verdaderos problemas humanos no tienen fronteras), por
contra, protege lo local dando la batalla contra lo nuclear en todas partes.
En definitiva,
conviene que si se confía en alguien para algo se le deje en libertad y no que
se le invite a la fiesta (?) exigiéndole smoking, o lo que es peor, riguroso
traje de lagarterana.
Paco Molina. Publicado en El Norte de Castilla el 18 de Diciembre del 1989
Paco Molina. Publicado en El Norte de Castilla el 18 de Diciembre del 1989
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