jueves, 8 de octubre de 2015

CATEDRÁTICOS FUTBOLISTAS

CATEDRÁTICOS FUTBOLISTAS

Lo más sorprendente de las cantidades que cobra un profesional del balompié tal vez no esté en lo abultado de las cifras sino en el hecho super simpático de que además se le dan cantidades extras por ganar o empatar (o sea, por puntuar).

De esto parece deducirse que al jugador se le paga un sueldo por un trabajo que consiste en perder (el partido), y sólo, si además de esa tarea, cumple la sublime de conseguir que su equipo gane, es cuando recibe los complementos de su salario, las primas.

Algo similar se acaba de inventar para la Universidad. También se había ideado para las demás enseñanzas, BUP-FP-EGB, pero tras los resultados de unas elecciones sindicales, a los jerarcas de la jerarquización se les bajaron los humos.

Bien, pues en las universidades han decidido subir el sueldo a aquellos profesores que acrediten méritos (el meritrómetro parece que ya está inventado).

Ello debe formar parte de esa perra generalizada que existe en pos de conseguir que todo el mundo produzca más, que no sean tratados igual lo dioses y los humanos y en fin, en definitiva, de marcar diferencias que “todavía hay clases”.

Según esa ley (del mérito) hay que deducir que a los actuales profesores lo que les pagan actualmente (sea poco o mucho) se les paga por hacerlo mal (si lo hicieran bien no cabe el que se hubiera inventado un sistema “incentivador”).

Igualito que a los futbolistas que se les abona una ficha “por perder partidos” y sólo si los ganan...

Se introduce así en el mundo del academicismo una aberración de la lógica, con lo que se crea un monstruo “cum laude”.

Si hay, profesores que no cumplen los mínimos, búsqueseles y sancióneseles que para eso existen (¿,o no existen?) inspecciones.

Pero vamos, echarse la manta a la cabeza y querer separar el trigo de la paja premiando al (presunto) trigo, no evita el mal (de haberlo) de que haya paja.

Mal que seguirían pagando los alumnos

Y aquí se vuelve al meritómetro.

De acuerdo en que puede haber mejores o peores profesores, pero... ¿no tendrían que ser los usuarios -los alumnos- los que tendrían que opinar y sólo ellos?

¡Ah!, que eso sería complicado y peligroso..... pues claro, así que mejor no menearlo.

Ahora bien, si el plan sigue adelante se sugiere la obligatoriedad de que los distintos claustrales lleven batas con los correspondientes distintivos que acrediten su mayor o menor categoría docente.

En este sentido nos inclinamos por la clásica bata blanca como uniforme, completada  con símbolos de la graduación “ad hoc”.  la cual podría ser indicada mediante tizas.

Ninguna tiza para el profesor común, una tiza para el algo mejor, dos tizas para el siguiente, etc.

E incluso, a la hora de la matrícula, cabría la existencia de carteles de la guisa: ¡Universitario, exige catedráticos de cinco tizas, son los mejores!


Francisco Molina. Publicado en El Norte de Castilla el 23 de Octubre de 1989 

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