CATEDRÁTICOS
FUTBOLISTAS
Lo más sorprendente de
las cantidades que cobra un profesional del balompié tal vez no esté en lo
abultado de las cifras sino en el hecho super simpático de que además se le dan
cantidades extras por ganar o empatar (o sea, por puntuar).
De esto parece
deducirse que al jugador se le paga un sueldo por un trabajo que consiste en
perder (el partido), y sólo, si además de esa tarea, cumple la sublime de
conseguir que su equipo gane, es cuando recibe los complementos de su salario,
las primas.
Algo similar se
acaba de inventar para la Universidad. También se había ideado para las demás
enseñanzas, BUP-FP-EGB, pero tras los resultados de unas elecciones sindicales,
a los jerarcas de la jerarquización se les bajaron los humos.
Bien, pues en las
universidades han decidido subir el sueldo a aquellos profesores que acrediten
méritos (el meritrómetro parece que ya está inventado).
Ello debe formar
parte de esa perra generalizada que existe en pos de conseguir que todo el
mundo produzca más, que no sean tratados igual lo dioses y los humanos y en
fin, en definitiva, de marcar diferencias que “todavía hay clases”.
Según esa ley (del
mérito) hay que deducir que a los actuales profesores lo que les pagan
actualmente (sea poco o mucho) se les paga por hacerlo mal (si lo hicieran bien
no cabe el que se hubiera inventado un sistema “incentivador”).
Igualito que a los
futbolistas que se les abona una ficha “por perder partidos” y sólo si los
ganan...
Se introduce así en
el mundo del academicismo una aberración de la lógica, con lo que se crea un
monstruo “cum laude”.
Si hay, profesores
que no cumplen los mínimos, búsqueseles y sancióneseles que para eso existen
(¿,o no existen?) inspecciones.
Pero vamos, echarse
la manta a la cabeza y querer separar el trigo de la paja premiando al
(presunto) trigo, no evita el mal (de haberlo) de que haya paja.
Mal que seguirían
pagando los alumnos
Y aquí se vuelve al
meritómetro.
De acuerdo en que
puede haber mejores o peores profesores, pero... ¿no tendrían que ser los
usuarios -los alumnos- los que tendrían que opinar y sólo ellos?
¡Ah!, que eso sería
complicado y peligroso..... pues claro, así que mejor no menearlo.
Ahora bien, si el
plan sigue adelante se sugiere la obligatoriedad de que los distintos
claustrales lleven batas con los correspondientes distintivos que acrediten su
mayor o menor categoría docente.
En este sentido nos
inclinamos por la clásica bata blanca como uniforme, completada con símbolos de la graduación “ad hoc”. la cual podría ser indicada mediante tizas.
Ninguna tiza para el
profesor común, una tiza para el algo mejor, dos tizas para el siguiente, etc.
E incluso, a la hora
de la matrícula, cabría la existencia de carteles de la guisa: ¡Universitario,
exige catedráticos de cinco tizas, son los mejores!
Francisco
Molina. Publicado en El Norte de Castilla el 23 de Octubre de 1989
No hay comentarios:
Publicar un comentario