jueves, 31 de diciembre de 2015

ARGIMIRO MARTÍN MARTÍN. Un recuerdo

En la foto, él con el periódico en la mano, y su mujer, Creste, a su izquierda.

ARGIMIRO MARTÍN MARTÍN 

En este año que ahora acaba (2015) murió Argimiro.

Murió con casi 90 años, con lo que no hay nada que reprochar al destino.

Pero del compa Argimiro hay que hablar:

*Porque Argimiro era un camarada ejemplar, en cuanto que respondía al perfil de esos millones de rojos de la Historia, cuyo rasgo principal era la confianza en la buena fe de los dirigentes y por tanto en la organización.

*Argimiro era un compañero ejemplar por su empeño, bien demostrado, en ser cordial y manifestar su cordialidad y camaradería, a tiempo total.

La lucha con alegría porque luchar por lo justo da alegría y alegra.

*Argimiro era un amigo ejemplar porque, hasta que sus condiciones físicas empezaron a fallar (hace años) trató de acudir a cuantos actos políticos se convocaban para impulsar e incrementar las simpatías por la organización (PCE e Izquierda Unida).

Argimiro, además de ser un combatiente modélico, era una gran persona:

-Dulce y tierno. Como su tendencia a sonreír, reír e incluso bromear.

-Afable y emocionalmente solidario, siempre enviaba un recuerdo a todos los compañeros, cuando no podía ir a dónde él entendía que debía estar por ser la batalla, allí, ese día.

Argimiro era, además, o precisamente por lo dicho, una persona muy inteligente (de lo que se ha dado en llamar inteligencia natural), inteligencia y agudeza mental que plasmaba en sus escritos.

Argimiro hubiera sido un gran letrista de murgas si alguien le hubiera puesto música a sus ingeniosas rimas.

Con su compañera y esposa, Creste, Crescencia, vivió feliz, unidos no sólo por su cariño mutuo y amor, sino también, en los últimos tiempos, por la dificultad simultánea de ambos para desplazarse sobre sus propias piernas.

Qué gratificante era verlos, al pie de su hogar, sentados en el banco más próximo de las Tres Cruces, para, tomando el aire, seguir viento en popa haciendo vida social.

Creste, su mujer, era tan maravillosa y encantadora como él (y lo sigue siendo) al estilo de las señoras de hace tres o cuatro generaciones, en segundo plano, en primer lugar.

Largo honor y mejor gloria  a las personas como él: noble, sin doblez; valiente, sin descanso; honrado, sin excepciones, militante, sin rendición; desinteresado, sin interés; gran amigo.

Que su familia cultive el recuerdo de uno de ellos, que fue una gran y buena persona, para los suyos y para todos.

Paco Molina. Zamora.31 de Diciembre del 2015


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