DISEÑO
CURRICULAR CURSI (II)
Con estos escritos
se está defendiendo la tesis de que el
fracaso escolar se produce porque el sistema educativo exige a los alumnos más
de lo que pueden dar.
En este instante,
los lectores mas guasones —que los hay—estarán diciendo: Éste tío tiene razón,
reduciendo el número de asignaturas, de temas dentro de cada una y el número de
horas de clase-típica, se acaba con todos los males de la enseñanza; bastará
con que se les enseñe a los chicos que dos y dos son cuatro y desaparecieron
los suspensos, las lágrimas y los largos y tortuosos veranos.
Y así es, hay que
partir de ahí, si se reconoce que todos aprenderían que dos y dos son cuatro es
que se acepta algo básico, ¡que todos tienen capacidad para aprender!
Ahora bien, ¿qué
capacidad tienen para aprender y cuánto son capaces de asimilar?
Esa es la cuestión;
porque no sería rentable que en un curso aprendieran la tabla del uno, en otro
la del dos, etcétera.
Ese cuánto, el
determinar la cantidad, puede hacerse de dos formas: Una, poniendo en los libros
un montón de conocimientos, y si se produce un número de naufragios grande, irlo
reduciendo, y la otra, concebir cuáles son las cualidades y saberes esenciales
para ir por la vida humana/profesional sin miedo a quedarse cortos, y que luego
sea el estudiante el que, si quiere guerra intelectual, se la busque.
Actualmente el
chaval tiene una jornada laboral superior a la de sus padres (por lo menos la
del macho) por la que no recibe más que cama, comida, ropa y broncas, amén de
un tremendo complejo de vago.
No le gusta estudiar
y en la medida que puede lo evita, con lo que va asimilando la idea de que es
un irresponsable, pues no hace lo que debe hacer a pesar de que sus progenitores
se están sacrificando por el..
Los mayores no solo
trabajan menos que su descendientes, sino que día a piden reducción de la
jornada laboral, y mientras, sus hijos, si son lo que se conoce como buenos
estudiantes, han de dejar parte de su infancia y juventud a la luz de un flexo,
aprendiendo bobadas (¡bobadas!, unas de nacimiento —no son imprescindibles— y
otras que aun siendo necesarias se pasa por ellas tan a la carrera que resultan
también como bobadas.
Y todo esto porque:
1. El sistema
educativo funciona como un filtro clasista, ya que a mejor nivel económico y cultural de la familia, más posibilidades de
triunfo tiene la criatura, cuestión esencial en un sistema tan ferozmente
competitivo.
En esta carrera
compiten atletas que van descalzos con otros que van bien equipados y entonces,
cuanto más se prolongue ésta y cuánto mayores obstáculos presente, mas “sin-zapatos”
quedarán por el camino.
2. El negocio de los
libros de texto es de tal envergadura que una enseñanza más humana supondría un duro golpe para lo que
en la actualidad son verdaderos trusts económicos, al suponer por lógica que no
haría falta tal cantidad de paja llenando las carteras de los sufridos clientes
(los niños).
En el triángulo
Prisa (El País-la Ser-PSOE) una editorial tiene un buen paquete de acciones, y
hay otra por ahí que, como todos, observan, domina cada vez mas campos (la
primera es SM y la segunda Anaya).
Ante esto hay que
suponer que el poder puede menos de lo que cabria esperar.
3. Se les dan demasiadas
velas en este entierro a los profesores y claro, por altruistas que sean, en el
conjunto va a surgir el ramalazo profesionalista, lo que traducido al
castellano significa que nunca podrán pedir reducciones del tipo de las expuestas
porque cuantas más horas de clase tengan los alumnos, mejores serán las
expectativas laborales del docente, ya que así aumenta el número de plazas
donde escoger destino.
Si a esto se añade
que suprimir lo que sobra puede afectar directamente al puesto de trabajo, pues
todo se explica aún mejor; se oponen.
Ejemplos:
Actualmente las centrales sindicales (cuya misión es defender las condiciones
de trabajo del profesorado) están pidiendo que en los estudios se introduzca un
segundo idioma obligatorio y un tercero optativo, y esto en un país —éste—
donde aun los chicos salen de la Universidad sin defenderse con el único idioma
que empezaron en EGB; la razón está en que al estarse la gente apuntándose a inglés
surge un gran problema para los que eran de trances.
Mas indicios que
avalan lo dicho: si se suprime una hora de latín, estos profesores pondrán el “ora
pro nobis” en el cielo diciendo que una enseñanza sin humanidades es una fábrica
de robots.
Y así hasta el infinito harían todos los
profesores que se vieran turbados en su orden establecido.
¿Y quién defiende al
alumno? De momento, ni sus padres.
FRANCISCO
MOLINA. El Correo de Zamora. 1990 .Imperecedero
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