EL
PALO Y LA ZANAHORIA
Se conoce por esta
expresión, “palo y la zanahoria", a un tratamiento para educar a la gente.
Se basa en los
"reflejos condicionados", que son esos reflejos por los cuales
"dos sensaciones que no tienen nada que ver" quedan enlazadas entre sí,
de tal manera que cuando aparece una de ellas (la secundaría) emerge en la
mente (en el organismo) la otra (la primaria).
Bueno, es lo del
"perro de Paulov", que a fuerza de oír una campanilla cada vez que le
ponían comida llegó un momento en que con solo oír la campanilla (aunque no le
pusieran comida) segregaba saliva como si le hubieran puesto comida.
El método educativo
del palo y la zanahoria, consiste en educar al burro dándole un golpe (un palo)
cuando hace una cosa mal y dándole una zanahoria cuando la hace bien.
A partir de ahí, el
burro, por burro que sea (o cuanto más burro mejor) aprenderá que "hay
cosas que se pueden hacer" y cosas que "no se pueden hacer".
Este método
educativo es ancestral y no necesita Escuela del Profesorado, recordemos todos
lo bien que lo aplican (por instinto) esas "perfectas casadas" (y
otras) cuando te paran en seco (nunca mejor dicho) en la cama si te has portado
(el palo) o te matan a besos (te colman de mimos) si te has portado bien (la
zanahoria).
Portarse mal puede
ser simplemente haber llegado tarde (a casa) y portarse bien, no hay zanahoria
que te lo aclare.
Pero de eso tan emocionante
no es de lo que se quiere hablar hoy, así que reconduzcámonos.
El método educativo
o tratamiento de domesticación o domestificación (del verbo domesticar) es muy
usado en las dictaduras o en democracias no civilizadas.
La gente se tiene
que enterar de que, o colabora y tendrá zanahoria, o es díscola, en cuyo case
recibirá palo.
Sin embargo, la
democracia-democrática (más fina ella) no puede dar palos por no colaborar, ya
que eso iría contra la Justicia (no sería justo) y contra la libertad (si no
puedo hacer políticamente lo que quiera... no hay democracia).
Y sin embargo en la
democracia (como en la dictadura) el poder tiene que tener al pueblo
domesticado.
Pero... ¿cómo
domesticar al pueblo, a los burros, si no puedes aplicarles el tratamiento del
palo y la zanahoria?
Pues con el palo y
la zanahoria, pero usados de otro modo.
Se trata de que el
burro camine y no se niegue a llevar la carga.
Para ello se le pone
al burro un palo por encima de la cabeza, saliendo hacia adelante, por entre las
orejas y horizontal respecto al suelo.
Y en el extremo del
palo se cuelga una zanahoria, de forma tal que esta aparezca delante de los
ojos del pueblo (perdón, del burro) a una distancia de un metro más o menos.
Así el burro, al ver
la zanahoria al alcance de la vista camina hacia ella, pero ésta, por estar
sujeta por el palo (que se mueve con el burro) también se desplazará, de forma
que el animal nunca alcanzará la zanahoria; aunque como siempre tendrá la
ilusión de que la podrá coger no parando de andar.
Pues bien, lo de
Maastricht (cría Maastricht y te sacarán los ojos). Lo de Maastricht, decíamos, o sea esto tan
bonito de Europa es la última zanahoria que le han colgado del palo al pueblo
español.
Y así, éste, camina (acepta sacrificios sin cuento)
a cuenta de que alcanzará la zanahoria (cuando una vez en Maastricht veremos
que no hay nada de lo prometido).
Salvo otro palo y
otra zanahoria colgada.
Y así el poder nos
toma el pelo, y el trabajo estable, y las pensiones, y la salud y la enseñanza
y el nivel de vida y el Sunsum Corda.
FRANCISCO
MOLINA. La Opinión de Zamora. Imperecedero
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