PARÁBOLA
DEL CALLE O CALLE
Ante la falta de lo
que falta, en la cantidad y variedad que hace falta, se creó en su día un
movimiento para propugnar y defender el derecho al amor libre y erótico, que se
llamó, naturalmente, el Ale.
Tras las primeras
elecciones a las que concurrió, el Ale no ganó, pero le faltó poco.
Lo mismo le ocurrió
en las segundas, a pesar de que esto del amor libre es interesante, pero ya se
sabe, ahí están los poderes fácticos y ahí está esa tendencia de la gente a
desconfiar de lo nuevo por bueno que sea.
No obstante, el
poder del Ale aumentó a tal panto que sus dirigentes empezaron a disfrutar de
las mieles de la fama, una de las cuales es como se sabe la "erótica del
poder" (que no es otra erótica que la propiamente dicha y por eso gusta
tanto).
Dicho en la lengua
que nos parió, ligaban a mansalva e incluso a veces les ligaban.
Pero la nobleza
natural de todo jefe, unida a la Inteligencia también natural, de cualquier
jefe que se precie, hizo que los del Ale pensaran en por qué no se ganaban las
elecciones y en qué había que hacer para ganarlas, y así en el 69 Congreso del
Ale dijeron: "compañeros, que seamos del Ale no puede significar que
seamos alela-dos.
Debemos adaptarnos a
las circunstancias, y estas nos indican, que si no ganamos las elecciones es
porque la gente quiere que indiquemos donde está el límite de nuestra propuesta
de amor libre.
No nos votan porque
la gente no quiere que el amor libre suponga abusar de otra persona, ni tampoco
quieren que por celos se pueda hacer sufrir a una tercera.
Por tanto debemos de
defender el Amor Libre que no dañaría a terceros".
No todo el mundo en
el Ale compartió este cambio y eso dio origen a una división interna.
Aproximadamente un
30% decía que el amor libre es el amor libre y lo demás son cuentos, y que
además los celos, como mejor se curan, es con el amor libre.
No eran pragmáticos.
Tras expulsar a algunos porque no quedaba otro remedio por el bien del Ale se
reprodujo el proceso.
Nuevas elecciones y
nuevas derrotas.
Los jefes, que por
contra no eran nuevos sino los de siempre, pues no en vano eran inteligentes
como ellos mismos (que diría Marx, don Groucho), analizaron la realidad y sin
Congresos ni nada, que para eso eran "selectos por ser electos"
dijeron:
"Compañeros, la
realidad es la realidad y las cosas son como son —unos intelectuales como se
ve— y si no ganamos las elecciones es porque defendemos el amor libre que no daña
a terceros sin más, y claro, eso deja la puerta abierta a muchas desviaciones e
incluso promiscuidades, por tanto debemos defender:
El amor libre que no
daña a terceros y no se produce en promiscuidad y orgia".
Nuevas divisiones.
Inevitables pero necesarias expulsiones a los impertinentes que insinuaron que
esos cambios eran porque los jefes ligan y ya tenían algo del amor libre que le
faltaba al pueblo.
A estos impertinentes
hubo que decides: Ale, calle o a la calle.
Pero no se ganaron
las elecciones tampoco. Y hubo que hacer un nuevo programa aunque supusiera
nuevos desgarros.
Así el nuevo fue:
"El Ale, esta por el amor libre, sin daños a terceros, sin promiscuidad,
ni orgia, uno a una".
Pero no bastó y el
siguiente fue: "El Ale defiende el amor Libre sin daños a terceros, sin
promiscuidad, sin orgías, uno a una y con consentimiento y control de los hijos
o en su defecto del alcalde de la Villa".
Pero ni por esas; así
que los dirigentes tras expulsar a cuatro desafectos que llevaron la crítica
interior a la calle con una pancarta que decía: "los jefes ligan mogollón
y se olvidan del montón", optaron por aprovechar las condiciones objetivas
y pactaron con el Partido por la Castidad.
Eso sí, explicaron a
sus bases que dicho partido era más progresista de lo que parecía, pues aunque
prohibía hasta el amor propio permitía los malos pensamientos.
Al final, el Ale,
perfectamente guiado por sus dirigentes, ganó unas elecciones demostrando a
todos los disidentes que tenían razón.
Eso si como
gobernaban en coalición, para mantenerse en el poder tuvieron que prohibir las
minifaldas, las miradas obscenas, etc. Pero ganaron que era lo importante.
En verdad, en verdad
os digo que si queréis el amor libre, Ale a moverse.
Francisco
Molina (Zamora). La opinión de Zamora. Siglo XX. Imperecedero
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