domingo, 13 de diciembre de 2015

QUÉ BONITO EL PROTOCOLO

QUÉ BONITO EL PROTOCOLO

Esto era un presidente (o presidenta) de un ignorado país.

En su visita a uno de los lugares donde fue invitado (para ser agasajado o realizar un jornada de trabajo) y al llegar al lugar donde se iba a celebrar la comida regia, ocurrió que: instintivamente se sentó o hizo ademan de sentarse en el lugar que le apeteció o pareció oportuno.

En esto, el jefe del protocolo se le acerca con discreción, y le indica: 

“Excelencia, la presidencia esta allí”, a lo que el interpelado respondió: “Se equivoca, la presidencia está donde yo estoy”.

Puede servir esta anécdota sobre protocolos para que se charle de ellos.

Por ser todas las personas iguales (incluso ante la ley) es necesario algo que las haga distintas, porque si no todos seriamos iguales.

Paréntesis: En lo dicho no hay ningún error, aunque lo parezca.

Y aprovéchase para indicar que en el último “zamoramiento”, el titulo debía de ser “No te rías que es mejor”, y donde decía “nacionalismo-histórico” debía poner “nacionalismo-histéricos”. Fin del paréntesis.

Y volviendo a lo dicho: como todos somos iguales hay que hacer cosas para parecer distintos.

Y he aquí, pues, la función social del protocolo (conjunto de comportamientos, normas usos que bien por costumbre o por ley, se repiten en determinadas situaciones donde hay que subrayar el poder).

Era protocolo que los emperadores llevaran ropajes especiales (cuanto más llamativos mejor) para que alguien que era igual que los demás pareciera ser superior (incluso decían que lo eran, por la gracia de Dios).

Es protocolo que el Papa (que es un humano igual que todos) vaya en silla gestatoria (portada a hombros de personas) para subrayar su poder supraterrenal.

Es protocolo (era) que al entrar el profesor o profesora en clase, los alumnos/as se pongan en pie (a sus órdenes).

Y hablando de órdenes, en el ejercito, todo es protocolo, pues cuanto más jerarquizado esta un medio o cuerpo social, mayores razones tiene para recurrir a las apariencias (la principal razón del protocolo es aparentar, para mantener el papanatismo estructural).

En la cama, el protocolo exige que la mujer se ruborice ante las propuestas del macho o ante sus propios pensamientos, para que así dos iguales parezcan distintos y uno con más poder que el otro.

El derecho de pernada era el mejor protocolo que existía, pues dejaba de golpe las cosas claras, “quien era el amo y de quien eran los siervos”.

(Se recuerda que dicho derecho, lo era del señor feudal, y por el estaba autorizado a inaugurar la luna de miel de todas las novias de sus dominios).

El protocolo, en cuanto que subraya la diferencia entre iguales es importantísimo y debía respetarse y hacerse respetar, si es que queremos que nada cambie.

Al inaugurarse las primeras cortes democráticas de esta era (1977) algunas miembros del PCE -al presentarse en vaqueros- y el Rey -al ir sin corona- hicieron un flaco favor al orden establecido.

Si bien tuvieron más culpa las diputadas que el monarca, pues ya hacía tiempo que los reyes no llevaban corona... y es que los protocolos, se pueden modificar, pero solo si quieren los que mandan, que para eso se los inventaron, para atontizar al pueblo, haciéndole creer que hay seres superiores a él.


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. 27 de Junio de 1991. Imperecedero

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