LA
OFICINA PENITENCIARIA
La penitenciaria es
el lugar donde van los reclusos a purgar sus penas.
Pasado ese purgatorio
el condenado (la condenada) puede acceder de nuevo a este paraíso que es la
sociedad que nos rodea (estamos rodeados)
Normalmente se va a
la cárcel por haber sido un poco bestia (matar, violar, secuestrar, torturar) o
por no respetar las normales reglas de convivencia (robar, extorsionar,
agredir, estafar,...).
En los regímenes
autoritarios también se puede tener que "purgar penitencia" por
gritar Libertad, e incluso se puede fusilar a alguien por luchar por ella.
En los tiempos que
corren parece históricamente demostrado que la democracia es un bien para la
humanidad; es más, aunque no todas las dictaduras son iguales, lo mismo que no
lo son las democracias, parece preferible la peor de estas a la mejor de
aquellas.
Se chulea hoy tanto
de democracia que hasta se está preparando una guerra contra Irak, con la disculpa
de defender la soberanía de Kuwait (el mar Rojo por fin se va a llamar así
porque por el correrá la sangre).
Vende el poder pues,
el siguiente mensaje: Por la democracia hay que dar hasta la vida.
Punto y aparte. Según
ciertos mayores, algunos libros y demasiados programas de televisión, en España
había un régimen legalmente constituido y de carácter democrático.
Lo que se conoció
como II República.
Contra ese orden
social de convivencia se perpetró un golpe de Estado que, al encontrar más
resistencia de la normal en estos casos, acabó en guerra civil.
De los dos bandos, había
uno, que luchaba por el orden existente, la democracia: es decir por ese
concepto por el que hoy en día se nos cae la baba y por el que dicen que hay
que ir a morir.
Pues bien, hubo españolas
y españoles que ya entonces comprendieron que era mejor la peor democracia que
la mejor dictadura y combatieron por defender la república.
Como perdieron,
perdieron la guerra, la democracia y la libertad.
Acabaron muchos en
la fosa común de la dignidad, y otras y otros, con mejor suerte, en lo que fue
la casa común de la izquierda, la cárcel.
Sus vidas, por ser
gentes generosas, dejaron girones de vivencias, perdieron oportunidades
profesionales, sufrieron en su salud.
Si les hubiera
guiado el egoísmo, no se hubieran sentido tan hermosamente bien con su espíritu
como hoy lo están, pero materialmente otro gallo les hubiera cantado.
Era pues justo indemnizarles,
compensarles, porque se vio que no solo tuvieron valor, también tenían razón:
Hoy sin democracia no se quiere estar.
Y para compensarles,
va el gobierno de la casa común de porcelanosa, el gobierno de la rosa de plástico
y el puño cerrado (de tacañería) y establece unos criterios de "mezquindad
burocrática".
Como si para los que
hoy mandan ser preso fuese como ser funcionario han decidido pagarles por trienios.
Una burla. Si no se
ha estado en chirona más de tres años, nada (¿No sería más noble dar una cantidad
de arranque por haber estado?), si no se han cumplido 65 años tampoco (no se
debe ir a la cárcel demasiado joven, parecen querer indicar), y luego por cada
trienio de rejas 200.000 pesetas.
Como se ve una fórmula
de compensación salida de mentes un tanto llenas de timbres, pólizas, instancias,
de mentes burocratizadas, adornadas del trienio, de mentes totalmente rácanas.
Han tratado a los expresos
políticos como a oficinistas, tal vez para "hacerles pagar" que
fueron más valientes entonces que ellos hoy.
FRANCISCO
MOLINA. El Correo de Zamora. 7 de Diciembre de 1990
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