nEURÓticos
Y fui a un colegio a
contarles "lo que hay que hacer para cobrar el dinero que nos deben"
(a los funcionarios) según el Estado de Derecho, cuando entonces, vi un super-poster
de una editorial en el que aparecían unas seis fotos de niños, separadas entre
sí, con la leyenda de "todos somos iguales", cuando sin embargo cada
niño era de un color de piel diferente.
Me quedé un poco
perplejo porque si una editorial de libros de texto, para explicar que todos
los humanos somos iguales, lo que hace es marcar (exponer) solo la diferencia,
pues no es de extrañar que el alumnado acabe por odiar los estudios.
Cuánto más fácil de
entender sería, para el mas bruto de los aprendices, el ver a esos niños de
diferentes colores de piel, haciendo eso de comer o jugar o ir al servicio o
jugar a los médicos o reír o llorar, y que debajo pusiera "¿somos
diferentes o iguales?"
Del mismo cariz (el
cariz de lo burros que somos los adultos) es lo siguiente.
Resulta que en los
centros educativos, y alguno más, hay un poster gigantesco por aula, en el que
nada menos que tres organismos de postín no hacen más que contar bobadas y gastar
dinero con ese cuento a las pobres criaturas (menos mal que no hacen caso) de “la
transición al Euro”.
Los tres organismos
son: la Real Casa de la Moneda, la Sociedad Estatal de Transición al Euro
(creada para tirar el dinero como se verá) y nada menos que el Ministerio de
Economía (que así va).
Bueno, pues tales,
serios y rigurosos señores serios y rigurosos al máximo, porque seguro que
cobran lo suyo, (no se sabe si en pesetas o euros) dicen en su poster (que
pretende enseñar, informar y ayudar) lo siguiente...
Que un céntimo de
euro son dos pesetas, y que dos céntimos son tres pesetas.
Tal afirmación la espetan
porque dicen que aplican la Ley del Redondeo que se ha establecido por el Banco
Europeo, y teniendo en cuenta que un euro son 166,386.
Comentemos los
disparates: primero, no es verdad que un euro o un divisor o un múltiplo
equivalga a tales o cuales pesetas, puesto que la peseta se esfuma y no vas a
poder deshacer el cambio nunca.
Segunda burrada, no
advierten que la Ley del Redondeo solo se aplica a cantidades finales y no a
las monedas o billetes (supongo).
Y tercero y último,
es pecado mortal decirle a un niño (o a un adulto de esos que son como niños)
que un céntimo es dos y que dos céntimos son tres, porque hasta el más simplón,
si se le ocurre pensar, se da cuenta de que dos es el doble de uno, y que si un
céntimo de euro son dos pesetas, entonces dos céntimos deberían ser cuatro.
Para que se entienda
mejor el disparate que cuentan estas sagradas instituciones, resulta que si
fuera verdad que un céntimo de euro son dos pesetas y dos céntimos fueran tres,
podría ocurrir que si yo sólo tengo monedas de céntimo y quiero comprar algo de
un euro, al dar cien de esas monedas habría pagado 200 pesetas por lo que solo
valía 166, o igual de divertido. si solo hubiera tenido 50 monedas de dos céntimos
de euro habría pagado 150 pesetas por lo que costaba 166.
Dado que el poster
es a todo color, plastificado y que hay tanto organismo detrás, lo peor es que
se tire el dinero a mansalva para contar sandeces.
Claro que en eso
consiste la economía “libre de sentido común".
FRANCISCO
MOLINA. La Opinión de Zamora. 7 de mayo del 2001
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